Prácticamente
desde el comienzo mismo del Gobierno de la Involución Ciudadana de Rafael
Correa se inició un enfrentamiento verbal en el mercado político ecuatoriano,
definitivamente con muchos matices ignaros y violentos. Por un lado, la oposición política, los editorialistas de
la prensa conservadora y los seguidores tanto de la tendencia conservadora,
como del populismo no correísta; por otro, los incondicionales representantes
del socialismo bolivariano capítulo Ecuador, los miembros del Partido Socialista
Ecuatoriano, y en general, todos los incondicionales seguidores de Rafael Correa.
En este
círculo vicioso de dimes y diretes, en los que ocasionalmente comadres y
compadres se dicen las verdades ora socialistas bolivarianos, ora conservadores
fascistas, ora populistas tránsfugas, se ha presentado un fenómeno poco
afortunado que denuncia una realidad poco elegante de la sociedad política
ecuatoriana. Si bien es cierto que las declaraciones y acciones ambiguas y
contradictorias de Correa y su socialismo bolivariano, respecto de su identidad
política, en algo han colaborado para
crear cierto ambiente de incertidumbre, no es menos cierto que si se analiza
objetiva e imparcialmente los folclorismos, las actitudes y conductas del
locuaz líder del socialismo del siglo XXI se lo puede definir ideológica y políticamente
dentro de un intervalo de confianza bastante razonable.
Si se ha
tenido tiempo para revisar las opiniones de los editorialistas de la prensa “correana”
y “no correana”, de los declarados enemigos de Rafael Correa y los
incondicionales aduladores del presidente ecuatoriano se puede observar una irresponsable liviandad al momento de
calificar ideológicamente a Correa; es así que mientras sus seguidores, aduladores
y alcahuetes lo etiquetan de “socialista”, sus detractores, algunos ciertamente
por desconocimiento, y otros por odio lo señalan como ora socialista, ora
comunista, y casi inmediatamente como: fascista y nazi o nacionalsocialista. He
ahí la notoria contradicción.
Ciertamente
que una cosa es el sarcasmo inteligente o el libelo creativo e ingenioso, a
través de la cual se puede denunciar las notorias contradicciones de ciertos
curuchupas que se disfrazan de guevaristas por interés abyecto; y otra cosa muy
diferente es prorrumpir en una marea licenciosa de calificativos simplemente
por pretender causar daño o por seguir el sendero de la manada a la que se
pertenece.
Fundamentalmente
por historia, por doctrina, y por praxis, conocemos que el Socialismo y/o
Comunismo son encarnizados enemigos del Conservadurismo aristocrático o mercantilista,
y por ende, todas las formas de Fascismo. Por lo mismo, no se puede ser
socialista y fascista, como tampoco se puede ser comunista y al mismo tiempo ultraconservador.
Si bien es cierto que Socialismo y Fascismo se parecen en muchos aspectos,
fundamentalmente negativos, no es menos cierto que, ambas corrientes guardan
diferencias irreconciliables. Históricamente, partidarios de ambas doctrinas se
han enfrentado en guerras fratricidas, en las que se han cometido terribles
genocidios y crueles masacres. No hay que olvidar el odio sanguinario que se
guardaban el franquismo fascista y los segmentos socialistas y comunistas de la
República, durante la guerra civil española; ah, y el apoyo militar que Adolfo
Hitler le dio al generalísimo Franco, con el holocausto de Guernica. Por lo
mismo, demonizar a un personaje político tachándolo al mismo de “socialista,
fascista, comunista y nazi”, demuestran ignorancia y en algunos casos detestable
maldad.
Si ustedes
comparan objetivamente el socialismo bolivariano original es decir, el de Hugo
Chávez, con el socialismo bolivariano versión Ecuador, encontrarán muchas
diferencias, eso se debe no tanto a la realidad de cada pueblo, sino, a las
creencias y convicciones de los respectivos caudillos de ambas naciones.
Mientras Chávez ha dado muestras más que suficientes de ser ciertamente un
socialista; Correa, en cambio, ha mostrado muchas pruebas de no serlo.
Rafael Correa por formación, por orígenes, por educación, por ideología y por praxis: no es socialista, ni tampoco comunista. Si bien, él, se proclama a sí mismo como socialista ora del siglo 21, ora bolivariano, lo cierto es que sus actitudes y conductas se encuadran más bien dentro de la doctrina fascista; esto es fácilmente demostrable cuando recordamos que el propio Correa se ha catalogado como un ferviente cristiano versión católico, apostólico y romano, tendencia religiosa, que choca duramente con el dogma socialista de Karl Marx que califica a la Religión como “el opio de los pueblos”. Siendo que la religión católica ocupa un lugar predominante en el sistema fascista, entonces entendemos por qué el odio mutuo entre fascistas y comunistas. Por lo mismo Rafael Correa siendo un tradicional cristiano católico, nunca podría ser un socialista y/o comunista. Sin embargo, existe una doctrina conservadora en la cual, el político y burócrata Correa, encajaría perfectamente; esa tendencia es “el Socialcristianismo”.
Rafael Correa por formación, por orígenes, por educación, por ideología y por praxis: no es socialista, ni tampoco comunista. Si bien, él, se proclama a sí mismo como socialista ora del siglo 21, ora bolivariano, lo cierto es que sus actitudes y conductas se encuadran más bien dentro de la doctrina fascista; esto es fácilmente demostrable cuando recordamos que el propio Correa se ha catalogado como un ferviente cristiano versión católico, apostólico y romano, tendencia religiosa, que choca duramente con el dogma socialista de Karl Marx que califica a la Religión como “el opio de los pueblos”. Siendo que la religión católica ocupa un lugar predominante en el sistema fascista, entonces entendemos por qué el odio mutuo entre fascistas y comunistas. Por lo mismo Rafael Correa siendo un tradicional cristiano católico, nunca podría ser un socialista y/o comunista. Sin embargo, existe una doctrina conservadora en la cual, el político y burócrata Correa, encajaría perfectamente; esa tendencia es “el Socialcristianismo”.
El
Socialcristiano es una corriente ideológica, política y religiosa proveniente
del Conservadurismo. Si bien, pretende mantener distancias del Conservadurismo
mercantilista o aristocrático, al incluir dogmas comunistas o socialistas, mantiene en sus bases
doctrinarias, principios cristianos, católicos, apostólicos y romanos,
conservándolo unido inseparablemente al Conservadurismo tradicional. Por
ejemplo, considera a Jesucristo, un revolucionario socialista, que supuestamente
buscaba la igualdad entre todos; esa concepción, entre otras, dio como
resultado la “Teología de la Liberación” a través de la cual los
socialcristianos pretendían, conjugando doctrina religiosa católica y
principios marxistas, promover “la lucha
de clases”, y enfrentar a la doctrina conservadora tradicional, pero sin
cuestionar los dogmas católicos; lo cual redunda en un galimatías, pues, el
socialismo cuestiona el idealismo religioso y promociona el materialismo
dialéctico. El Socialcristianismo pretende la homogenización de los miembros de
una sociedad en un mundo católico. Si bien cuestiona la avaricia y codicia del
mercantilismo conservador, se somete al dogma absolutista religioso. Metafóricamente,
es el pariente pobre y revolucionario de la familia Conservadora; o el
adolescente malcriado al que no se le dio el juguete ansiado, es decir, es un
conservador de clase económica pobre o media que anhela vivir el estilo de vida
conservador oligarca. ¿Y los pobres? Solamente una excusa para acceder al poder
totalitario.
En Política, la praxis generalmente no
es consecuente con la doctrina, como el caso del Socialcristianismo ecuatoriano.
El Partido Socialcristiano (PSC)
del Ecuador es un ente político de tendencia conservadora inspirado original y
teóricamente en la doctrina social de la Iglesia católica, pero con una agenda
tradicionalista, es decir, el humanismo católico pero dentro de la concepción
“Familia, Propiedad y Tradición”. Fundado por Camilo Ponce Enríquez y
consolidado por León Febres Cordero, sus seguidores profesan y defienden la
economía de mercado y la democracia cristiana. Ahora bien, si notamos la
definición doctrinaria del Socialcristianismo ecuménico con la versión
ecuatoriana, observamos que el PSC ecuatoriano, tiende a identificarse con el
Conservadurismo mercantilista antes que con la doctrina del cristianismo
social. Mientras los líderes del PSC ecuatoriano le dan prioridad al
capitalismo financiero y al mercantilismo; el humanismo socialcristiano
doctrinario promueve el “rol irrenunciable” del Estado a favor de los miembros
de una sociedad, es decir, la preeminencia del burocratismo público, que en
definitiva es lo que actualmente se está dando en el Ecuador con el Socialismo
bolivariano, o del siglo XXI, estilo Correa.
Si consideramos y analizamos lo
mencionado fácilmente podríamos decir que Rafael Correa es más socialcristiano
que los propios miembros del PSC ecuatoriano. A las pruebas me remito, Rafael
Correa, el líder del Gobierno de la Involución Ciudadana, no es, ni socialista,
ni comunista, sino, un fiel y ferviente socialcristiano de pura cepa católica.
Las evidencias están ahí y hablan por sí mismas.
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