miércoles, 26 de diciembre de 2012

El twittero Rafael Correa.

El otro día leí un comentario del ex socialista y actual conservador Mario Vargas Llosa, en el que literalmente se refería a las condiciones palurdas, y toscas de los asiduos y alienados “twitteros”, usuarios de la comunidad virtual “twitter”; el escritor peruano decía lo siguiente: “Si escribes así, es que hablas así; si hablas así, es que piensas así, y si piensas así, es que piensas como un mono. Y eso me parece preocupante. Tal vez la gente sea más feliz si llega a ese estado. Quizás los monos son más felices que los seres humanos. Yo no lo sé”.

Debo señalar que Mario Vargas Llosa no es precisamente un ideal de consecuencia y virtudes. Su pasado socialista y su posterior transmutación al bando conservador lo pintan fehacientemente; es decir, de un bando alienante y represivo, pasó a otro igualmente sectario. Por otro lado, en muchas oportunidades ha hecho gala de erudición capciosa y ambigua, como cuando incurre en una defensa desesperada, disparatada, amanerada y rebuscada de la controversial, crapulosa y alocada “Tauromaquia”. Sin embargo, a pesar de las reservas que me causan las opiniones de este personaje, debo reconocer que su comentario respecto de las condiciones de quienes pierden su tiempo en los “twitteros” 140 espacios mezquinos, es muy válido y certero.

Varios meses atrás, por curiosidad, abrí una cuenta en “twitter”, y empecé a jugar al “twittero”, mas, no creo que llegó el mes cuando la estaba cerrando. Y es que, el medio resultó tan aburrido, intrascendente, incoherente y restrictivo, que no encontré otra alternativa que retirarme de aquellos toscos e inanes arenales desérticos. Fácilmente se llegaba a la conclusión que deambular en aquella red social era una descarada pérdida de tiempo.

Recuerdo haberle mencionado a un “twittero consuetudinario” la inepcia incontrovertible de aquel sistema de símbolos ininteligibles, señas absurdas, frases baladíes, conversaciones fatuas, expresiones tontas y opiniones mediocres; la respuesta del “twittero” fue una descarada y desvergonzada defensa de aquel sistema estólido; “ese es el futuro”, señaló de una manera estúpidamente cándida, mientras añadía los caracteres: “XXXDDD”, y “LOL”, como ratificándose o jactándose de su soberana torpeza.

Durante el mes que eventualmente vagabundeé por “twitter” tuve la, no sé si afortunada o desafortunada suerte, tal vez ni lo uno ni lo otro, de encontrarme con la cuenta de Rafael Correa, presidente ecuatoriano; “@mashirafael”, creo, se llama. De inmediato me llamó la atención los miles de seguidores que tenía Correa en contraste con la reducidísima cantidad de personas a las que el “lasallano alfarista” decía seguir. Para el desarrollo de este comentario volví a ingresar a la cuenta del “mashi Rafael”, y me encontré con las siguientes cifras:

Seguidores: 640.359
Siguiendo: 3

Ahora bien, no hay que soslayar el hecho cierto de que las cifras de seguidores pueden ser fácilmente alteradas a través de métodos fraudulentos, y por lo mismo, son datos cuestionables y extremadamente subjetivos; pero, un aspecto que resulta muy expresivo es la cantidad irrisoria de personajes a los que Rafael Correa dice seguir, apenas 3 “twitteros”, que son los presidentes: Hugo Chávez de Venezuela, Cristina Fernández de Argentina, y Juan Manuel Santos, “el vengador de Angostura”, otrora enemigo de Correa, mandatario de Colombia. Tres personajes de la misma calaña del caudillo de la Involución Ciudadana ecuatoriana.  Alrededor de 640.000 twitteros que siguen servilmente la verborrea “twittera” de Correa, pero cuyas cuentas y opiniones “twitteras” son ignoradas, soslayadas y despreciadas, salvo aquellos “tweets” que están dirigidos directamente a la cuenta del “mashirafael” y que tienen la "benevolencia" de ser respondidos por vuecelencia de Carondelet.

Pero, ¿por qué Correa se abstiene de incluir en la lista de “exclusivos”, a uno que otro de sus supuestos 640.000 seguidores? ¿Acaso Juan Pueblo o Pedro Páramo no cumplen los requisitos aristocráticos para ser añadidos a la lista de “los 3 famosos”? Ni siquiera los alcahuetes y serviles que se desviven adulándolo en la red twittera fueron incluidos. La realidad reflejada en las diametrales cifras demuestra el desprecio que Rafael Correa siente por sus supuestos 640.000 seguidores. Ahora bien, aunque el medio, las condiciones de los “twitteros” y la vacuidad del sistema, vuelven el asunto un tema distinguidamente intrascendente, existe sin embargo un aspecto a tomar en consideración, la presencia del Presidente de la República del Ecuador en una comunidad virtual cargada de superficialidad, liviandad, mendacidad, inepcia y bronco parloteo “twittero”.

El vecino o vecina que tiene su tienda en el barrio, necesariamente, obligatoriamente, debe abrir y atender su negocio, si desea que este prospere en bien de su economía. El tendero o tendera, no puede cerrar el negocio para ponerse a  perder el tiempo en pasatiempos ridículos o disparatados, porque entonces su negocio, el que le da de comer puede perderse. Obviamente, gobernar un País, es una responsabilidad infinitamente mayor que administrar la tienda de la esquina. Sin embargo, daría la impresión que Rafael Correa o el “mashirafael”, presidente ecuatoriano, tendría, aparentemente, el don de la ubicuidad, o la capacidad para clonarse, pues solo así se explicaría que mientras un clon gobierna el Ecuador, otro, se desplaza por las diferentes provincias haciendo proselitismo político, otro, realiza un oneroso viaje por medio mundo, otro, desarrolla el repetitivo monólogo de los sábados, otro, disputa con la prensa corporativa conservadora, otro, insulta a tirios y troyanos, otro, defiende encarnizadamente a los corifeos del fascismo bolivariano del siglo 21, y otro, pierde el tiempo, graciosa y desinteresadamente, en “twitter”.

Seguramente Rafael Correa dirá que su presencia en “twitter” es fundamental para los intereses generales de la sociedad ecuatoriana; probablemente lo catalogue como un asunto de “Seguridad Nacional”; tal vez diga que es necesario para que la espada del mantuano Bolívar continúe recorriendo los senderos andinos, instaurando un sistema infamemente fascista. ¡Ah!, los alcahuetes, esbirros, pipones, injuriadores y lambiscones del fascismo del siglo 21 definitivamente lo secundarán desarrollando torpes apologías a favor de los cicateros 140 espacios. Pero, a quién le importa lo que digan aquellos corifeos que tan verazmente fueron definidos por Mario Vargas Llosa.

“Twitter” es para gente muy común y muy corriente; “twitter” es para aquellos que necesitan mezclarse en la manadas que diariamente son pastoreadas; “twitter” es para las personajes reaccionarios que necesitan transmitir a sus gregarios y alcahuetes sus consignas bestiales; “twitter”, es para vagos cándidos que no tienen nada mejor que hacer que vegetar en un espacio burdo y limitado, pero también para aquellos personajes ruines y  taimados que son servilmente seguidos por recuas y recuas de simples humanos ancestralmente acostumbrados a seguir.

¡Qué suerte la de algunos, eh, mira que  tener tiempo hasta para twittear!   



 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Sobre bueyes, burros y la navidad.


Y por fin llegó la navidad. Para bien de los negocios y para desgracia de los indigentes y deprimidos, pues, si hay una época del año donde se destaca la fatua vanidad humana y las injusticias sociales, es precisamente durante la comercial y religiosa fiesta de la Natividad del “melenudo de Nazaret”.

Recuerdo cuando vivía en la casi intersección de las calles Olmedo y Velasco, hace treinta y cinco años, meses más meses menos,  Don Manuel, mi papá, durante estas épocas, solía entretenerse edificando el tradicional “belén”, herencia de su triste pasado católico. Debo haber tenido seis o siete años. Como olvidar la disposición de aquel pintoresco “nacimiento”. Inevitablemente viene a mi pensamiento la inmunda cantina que funcionaba donde actualmente se encuentra el Banco del Pacífico, por cierto, una cuadra al norte de donde yo residía. El caso es que, no en pocas ocasiones, mi mamá me mandaba a comprar las colas, y entonces, me dirigía a esa taberna. Lo primero que notaba al ingresar era ese olor nauseabundo tan propio de ambientes beodos y vulgares. El olor a tabaco mezclado con trago barato, y ese apestoso tufo tan característico de ambientes deprimentes y depravados, instintivamente generaban dudas, recelos, sospechas, y me incitaban a abandonar lo más pronto posible aquel lugar tan desagradable. Pero algo, en aquel tugurio me intrigaba.

Recuerdo que a la derecha, se encontraban disgregadas un grupo de sillas y mesas bastante maltratadas, casi escondidas en una vergonzosa oscuridad; mientras que al frente una serie de improvisadas repisas adosadas a la pared sostenían botellas de trago de marcas populares, de las solamente consumidas por aquella clase de borracho populachero y generalmente en quiebra económica. Más adelante una vitrina que contenía pan, y junto ésta, jabas repletas con bebidas gaseosas de diferentes marcas. Frente a la vitrina y las jabas, como si hubiese existido una intención manifiesta de colocar el escenario en un sitial preferencial, a la vista de todos, se hallaba una muy elaborada representación del bíblico nacimiento de Jesús, el posteriormente conocido como “Cristo”.

La cantidad de juguetes era considerable, ovejas, cabras, burros y bueyes de plástico; casas, atalayas y establos de madera; mientras pastores, José y María, los reyes magos, y el bebé “Jebús”, mejor elaborados, de un material, muy probablemente yeso, cuidadosamente pintados. Todo el escenario bañado por luces multicolores, unas titilando, otras contantemente encendidas. Aquella representación me abstraía momentáneamente de aquel deprimente ambiente. Pero había algo más, sobre las estanterías que sostenían las botellas de aguardiente y ron, en la parte superior, rozando el techo se encontraba un crucifijo de tamaño moderado del que colgaba el llamado “hijo del hombre”; corona de espinas, clavos en pies y manos, mutilado, ensangrentado, en sufrimiento perenne, aquella figura contemplaba el drama patético, multicolor y contradictorio que se desarrollaba en aquella infecta  cantina. Ahí estaba el muñequito en forma de bebé que supuestamente significaba la esperanza, la libertad, el amor; pero, más arriba, en un casi altar se hallaba el ícono del carpintero que se atrevió a decir “amad a vuestro prójimo”, ahí estaba, la esperanza destrozada, despedazada, masacrada. En vivo y en directo, aunque en maquetas y miniaturas, aquella tragedia compleja y contradictoria, que a mis escasos seis o siete años no atendía a comprender, manifestándose en aquel insignificante y funesto muladar donde ocasionalmente solía comprar las “güitigs”, las “fantas” y las “orangines”.

Obviamente, en aquel “Belén”,  los animales abundaban, terneros, borregos, patos, perros, y naturalmente no podían faltar los bueyes y burros. Hoy, mientras escribo estas líneas me pregunto, si era acaso, aquella caracterización lo que me motivaba a visitar semejante antro, es decir, podía comprar en otras tiendas, de hecho a unos metros de donde habitaba, se encontraba la tienda de Don Alvarado, pero, en Navidad, prefería visitar aquel melancólico e infeliz lugar. Hoy, que tiempos tan surrealistas y tan lejanos, parecen, solo parecen.

Pero, dejemos atrás el pasado; como decía, el burro y el buey, siempre han estado presentes en los tradicionales “nacimientos”. Supongo que siendo los bueyes y los burros animales extremadamente comunes en toda granja o pueblo campero, los antiguos religiosos y seglares católicos los consideraron parte indefectible en cualquier caracterización de la Natividad, más todavía considerando los tiempos de la Judea o Palestina dominada por el Imperio Romano. Sin embargo, meses atrás, sorpresivamente el Papa católico, Joseph Ratzinger, comunicó al mundo y específicamente a la feligresía católica apostólica y romana, que los burros y los bueyes no estuvieron presentes durante el alumbramiento del hijo de María y José. Pero, ¿qué evidencias presentó el polémico Ratzinger para argumentar dicha afirmación? Pues, supongo que la fe, exclusivamente la fe. La base de toda religión. Sí la fe, la creencia absoluta que todos los católicos le deben al representante máximo de la Iglesia Católica.

Pero, divaguemos un momento heréticamente y analicemos. ¿Qué evidencias existen de la existencia de Jesús? El único libro que habla de Jesús, el judío, hijo de María y José, es la Biblia. Pero, es la Biblia un documento confiable. Desde el punto de vista de las religiones cristianas, ciertamente que sí. Pero desde el punto de vista histórico, por lo menos de la Historia respetable basada en hechos verdaderos y por lo mismo comprobables, las cosas no aparecen tan claras.

Pero, dejemos de lado el buen juicio, la sensatez, además de la ciencia, y confiemos ciegamente que en efecto Jesús nació en un pesebre del pueblo de Belén. La Biblia narra que en aquellos días los romanos decidieron hacer un censo para lo cual obligaron a los habitantes de aquellas tierras a regresar a sus lugares de origen. José, el padre de Jesús, que en aquel momento se hallaba en Nazaret, como cabeza de su familia tuvo que viajar a Belén de donde era natal su familia, llevando consigo a su esposa que se encontraba embarazada. Es obvio que una mujer embarazada de ocho o nueve meses no puede caminar horas y horas por el cruento desierto o por caminos pedregosos, de manera que la posibilidad de que María haya usado un animal para movilizarse desde Nazaret hasta Belén resulta extremadamente alta, si no es que, absolutamente real. Ahora bien, es posible que aquel animal haya sido un caballo, un camello, e incluso, un burro. El mismo burro que pudo haber sido testigo inocente y silencioso del nacimiento del futuro carpintero.

Vamos con el buey. ¿Qué es un pesebre?; se define como establo, cuadra, pocilga, comedero, cubil, caballeriza, es decir, un lugar donde generalmente se recogen, guardan y alimentan los animales de granja. Es por demás sabido que el obediente pero forzudo buey es un animal ícono en toda estancia, quinta, hacienda, o finca, más todavía si se considera que incluso en la actualidad se usan bueyes para arar la tierra; por lo mismo es obvio que en los tiempos antiguos la presencia de bueyes en los pesebres de los pueblos no solo eran posibles, sino, obligatorios.

Entonces, si la presencia de burros y bueyes, en pesebres, corrales, o cubiles, es por demás natural, e históricamente más que posible, entonces, ¿por qué a Ratzinger se le ocurre sentenciar que durante el nacimiento de Jesús no estuvo presente ninguno de aquellos nobles animales?

Pero, si Ratzinger dice que, tal y tal, no estuvieron, entonces debería decir quienes sí estuvieron presentes. ¿Qué me dicen de los graciosos patitos? Y que tal Doña Gallina y Don Gallo, ¿será que no fueron invitados? ¡Ah!, y no nos olvidemos de la yegua y el garañón, ¿no estuvieron?, quizá no, porque justo en ese momento estaban correteando alegremente por los oscuros caminos de la antigua Judea.

Pero y que tal si, el buey y burro, no estaban propiamente en el interior del pesebre, pero sí, en el exterior, pues los habían sacado para crear espacio. ¿Acaso Ratzinger no hace gala de un absolutismo riguroso al negar su presencia simplemente porque unas cuantas paredes, si no, tablas o cañas, los separaban del venturoso evento?, en cuyo caso, ¿no debe culparse, de sus ausencias, a quienes tomaron la decisión de sacarlos del pesebre? ¡Ah qué dilema, qué dilema!
 
Increíble, pero cierto; siglo XXI, por si acaso.

lunes, 3 de diciembre de 2012

¿Libertad taurina?




A propósito de la interrupción de la Feria “Jebús del Gran Poder”, espectáculo que se desarrolla durante las fiestas de la ciudad de Quito, “distracción” en la que por cierto se humilla, asaetea, pica, hiere, y masacra toros miura; miraba por televisión, el otro día, a varios “amantes” de la denominada “Tauromaquia” protestando, frente al coso de Iñaquito, contra la regulación municipal que, permitiendo las tristemente célebres y españolas “corridas de toros”, negaban el rito final de la tortura, es decir, la estocada final con la dizque sacrosanta espada.

Obviamente esta gente está en su derecho de expresarse públicamente dentro del marco de lo legal; pero, algo que me pareció ridículo y sinsentido, fue uno de los gritos con los cuales los “taurinos”, vociferaban lo que, ellos, consideran su derecho, es decir, la prerrogativa de disfrutar de aquel salvaje y sanguinario espectáculo. Al unísono un grupo no mayor de 10 sujetos gritaban: “¡Libertad!”

Francamente, considero que la palabra “Libertad”, era y es, la menos indicada para defender las españolas “corridas de toros”. De hecho considero que apelar a la virtuosa  “Libertad”, como argumento, en el bochornoso caso específico, es un completo despropósito; pues, cuando estas personas, usan el término “Libertad”, lo que están diciendo es que la Tauromaquia o el espectáculo en el que un grupo de jiferos extranjeros y nacionales, vestidos con trajes de luces, desjarretan y masacran un espantado toro miura, mientras una multitud los vitorea aclama gozosamente, es un “Derecho Universal”: el derecho a maltratar y torturar animales. Algo increíble, sin duda.

Hace días un concejal quiteño, representante del bando “taurino” señalaba que, el problema no era, si se mataba o no al animal en el círculo del coso o en las caballerizas, sino, un asunto de “Libertad”. Y entonces, me surge una duda, ¿qué significa la “Libertad” para aquellos grupos que racionalizan actividades unidas con la barbarie? Los propios “amantes” de la Tauromaquia reconocen que sin duda “las corridas de toros” son espectáculos sangrientos y violentos, entonces, ¿cómo, alguien en su sano juicio o afecto a la honestidad puede atreverse a vincular la sevicia con la Libertad?

Razones para renunciar a la Tauromaquia sobran, lamentablemente, intereses de orden económico, prejuicios sociales, tradiciones arcaicas, apreciaciones dogmáticas y otros complejos han hecho que aquella fiesta española, repudiada incluso en sus propios orígenes, continúe generando polémica al otro lado del charco, en la América Latina, en alguna que otra “Banana Republic”.

Considerando la idiosincrasia del ecuatoriano y la condición humana, la polémica seguirá por largo tiempo. Mas, quizá, en un futuro lejano, el milagro se dé, y finalmente, los ecuatorianos, libre y voluntariamente, se reivindiquen renunciando a fiestas importadas y tradiciones brutales, como las españolas “corridas de toros”, tan vehementemente defendidas por los “taurinos” del siglo XXI. Quién sabe, a lo mejor el milagro se dé; aunque, quién sabe.           

    

jueves, 29 de noviembre de 2012

Elecciones Ecuador. Febrero 2013. Escenarios hipotéticos.



Finalmente los ecuatorianos conocemos la lista completa de los candidatos a la Presidencia de la República; patriotas dizque desinteresados, herederos del Moisés bíblico, dispuestos a sacrificar sus oblongos intereses personales, por el bien de la Patria, o eso es lo que generalmente dicen, claro siempre durante la  campaña electoral, porque, ya en el poder, se vira la tortilla; ¿cierto?

Pues sí, el Consejo Nacional Electoral aprobó el rol definitivo. ¿Quiénes son?; por cuestiones de tiempo e importancia nombraré únicamente a los presidenciables, así: Rafael Correa Delgado por “Alianza País”, Álvaro Noboa Pontón por el “Prian.”,  Guillermo Lasso por “Creo.”, Lucio Gutiérrez por “Sociedad Patriótica”, Nelson Zavala por el “Pre”., Norman Wright por “Ruptura de los 25”,  Mauricio Rodas por “Suma”, y Alberto Acosta por la alianza “Movimiento Popular Democrático-Pachakutic”. Sin duda 8 personajes que reúnen si no todas, ¡sí!, las principales características de la connatural idiosincrasia ecuatoriana.

En un video anterior, respecto de este mismo tema, señalaba que no me importaba, quién ganase el premio mayor de la “Lotería electoral ecuatoriana”, entre otras razones por las particularidades bochornosas que engloban el escenario monopólico, ambiguo, amoral y descarado en el que se desarrolla el sainete desvergonzado, y porque los actores políticos y las tendencias siguen siendo exactamente las mismas, es decir, el pasado político ignominioso se ha estancado en un presente idénticamente odioso; he ahí el conservadurismo tradicional, y el típico socialismo, siempre acompañados de una dosis de nacionalismo y populismo. Nada fuera del tópico politiquero. De ahí que, haya decidido que, continuaré recurriendo a la opción digna, justiciera y liberadora que ofrece el Voto Nulo. Sin embargo, en virtud del derecho que tengo a decir lo que pienso sobre el proceso electoral que se viene, he decidido desarrollar un análisis general respecto de los potenciales vencedores de esa ignominiosa lid electoral.

A ver; todos sabemos que el candidato con mayores posibilidades es Rafael Correa. Ya en otro video señalé cuales eran los motivos de aquella popularidad, de manera que no nos detengamos a considerar tal tema; simplemente está claro  que Correa hasta principios de diciembre del 2012 lidera las encuestas. En segundo lugar estaría el banquero Guillermo Lasso. En seguida, tercero, aparecería Lucio Gutiérrez. Peleándose cuarto lugar estarían Álvaro Noboa y Alberto Acosta; sexto, Nelson Zavala; y finalmente, Mauricio Rodas y Norman Wright disputándose el sétimo puesto.

Ahora bien, dejemos de lado las encuestas tramposas y falsas, promocionadas interesadamente por unos y otros candidatos; es manifiesto que, si les preguntamos a los encuestadores de Correa, dirán que éste, tiene preferencias del 70 y 80 %; en tanto que cualquiera de los otros candidatos se jactará de que sus informes pagados lo colocan en un virtual empate técnico con el caudillo de Alianza País. Falacias todas sin duda. Partamos más bien de datos hipotéticos basados en las percepciones que resultan de palpar las intenciones, afectos, y animadversiones que los diferentes candidatos generan en el electorado; eso se consigue básicamente, escuchando la voz de la calle.

En tal virtud, divaguemos y planteemos posibilidades; así, supongamos que, Correa tiene una intención de voto de un 30 y 35 %; Lasso, un 15 a 20 %, lo mismo, Lucio Gutiérrez; Noboa con un 10% al igual que Acosta; Zavala del “Pre.”, con un 3 o 4%; en tanto Rodas y Wright, como es obvio, sin mayores posibilidades, compartiendo un 1%. Los votos blancos 4%, dada la condición de los mismos prorrateémoslos  a los candidatos con mayores opciones. Y finalmente el honroso Voto Nulo que generalmente en el Ecuador abarca un 5 o 7%; al que haremos abstracción, porque quienes adoptan esta opción para rechazar la corrupción del sistema generalmente se ratifican en la misma cualquiera sea la encrucijada electoral planteada; por lo mismo concentrémonos en los oficialmente llamados “votos válidos”. Analicemos las posibilidades sobre este hipotético escenario.
     
Como es bien sabido y si no lo sabían entérense, Rafael Correa ha venido haciendo campaña desde que inició el Gobierno de Alianza País, 6 años atrás. Obviamente su proselitismo se va a incrementar más todavía durante el período de campaña; pero, el problema para Correa radica en que estaría por alcanzar su tope máximo. No hay que olvidar que Correa ha sufrido muchas deserciones y repudios de grupos políticos y movimientos sociales que fueron sus aliados y fortines claves para su triunfo, 6 años atrás. Además está el desgaste político consecuencia de la bravuconería constante de Correa, del fascismo burocrático de su gobierno, y los actos de corrupción de muchos funcionarios gubernamentales que por cierto, han intentado ser maquillados por la prensa afín a Correa y encubiertos por los asambleístas gobiernistas, aspectos ofensivos que no han pasado desapercibidos. Todos estos aspectos negativos han hecho que muchas personas que apoyaban a Correa, ahora, le den la espalda o rechacen al líder del fascismo bolivariano.

Rafael Correa, para ganar en las elecciones de febrero del 2013, necesita conseguir  la mayoría absoluta, es decir el 51 % de los votos; o, alcanzar el 40% del total de votos y superar con 10 puntos al candidato que quede en segundo lugar. Cosa muy difícil, la primera opción, es decir, que Correa llegue siquiera al 50%; porque como ya mencioné, el desgaste sufrido es muy notorio. Aunque tampoco imposible, en cualquier caso le va resultar muy dificultoso. De manera que la posibilidad de una segunda vuelta parece inminente, salvo que se presente algún sospechoso contingente ambiguo.

Ahora bien, el peor escenario que se le puede presentar a la candidatura de Correa es una segunda vuelta electoral. Si Correa no gana en primera vuelta, le será muy complicado conseguir una victoria en la segunda vuelta. Como ya mencioné Correa ha estado en permanente campaña electoral, y, a pesar de ese proselitismo, ha perdido seguidores. Lo cual significa que aunque Correa intensifique su campaña durante Enero,  no logrará niveles de aceptación contundentes. Un indicio que demostraría el temor, recelo o dudas de la candidatura de Correa radica en los videos desarrollados por la Secretaria Nacional de Comunicación y transmitidos por televisión nacional en los que se recuerda el pasado vergonzoso de dos de sus principales rivales; campaña que está prohibida por ley. Pero continuemos. La mayoría de quienes ya no votarán por Correa, posiblemente lo harán ora por Lasso, ora por Gutiérrez, ora por Acosta, ora por otro candidato. Hay que considerar que los rivales de Correa, no han estado haciendo proselitismo directo, por lo mismo, dependiendo de la efectividad de sus campañas, podrían subir 10, 15 puntos o más, ora individualmente, ora en conjunto; con lo cual forzarían una segunda vuelta. Los 15 puntos que los candidatos rivales de Correa necesitan acumular para lograr una segunda vuelta son la misma cantidad de puntos que Correa necesita ansiosamente, pues de conseguirlos, la reelección estaría garantizada.

Como mencioné si Rafael Correa no gana en la primera vuelta; estaría despidiéndose de la presidencia, y más le valdría ir haciendo la reservación del boleto para Bélgica, porque la segunda vuelta se le presentaría color de hormiga. Analicemos. Si Correa no gana en primera vuelta significa que no logró alcanzar el 51 %, o que superando el 40%, no logró la ventaja de más 10 puntos porcentuales, e incluso que ni siquiera alcanzó el 40%. Volvamos a los supuestos planteados, Lasso 20 o 25%, Gutiérrez 15 0 20%, Noboa 10 o 12 %, los tres, candidatos del bando conservador; Acosta o Pachakutic, 10 a 12 %; y el Pre., sin Abdalá Bucaram el 2 o 4%. Abstengámonos de dar nombres, y digamos que el candidato del conservadurismo tradicionalista que llegue a segunda vuelta, será apoyado por los otros candidatos conservadores; tan evidente es este hecho, como que, el electorado de Lasso, Gutiérrez o Noboa no votará, ni votaría por Correa. Entonces sumemos: 22% L+ 15% G+ 10%N= 47% a favor de la tendencia conservadora tradicionalista. Además está el Pre., con su 2 o 4% que posiblemente apoyaría al candidato rival de  Correa, aunque tratándose del Pre., nada está dicho. Entonces tenemos al conservadurismo con un 47% mínimo. Si añades a ese panorama, a Pachakutic, con 10 o 15%, entonces tenemos a un Correa que se quedaría con un  37 o 39 %. Es decir, Pachakutic, que tiene como candidato a Alberto Acosta, de darse una segunda vuelta, podría definir la suerte del futuro presidente ecuatoriano.

Pero, ¿a quién apoyaría Pachakutic? La animadversión que los principales cuadros de Pachakutic sienten por Correa es evidente, pero tampoco se sienten identificados con Lasso, Gutiérrez, o Noboa. Resulta incierto predecir, cuál sería la decisión de Pachakutic, claro, siempre considerando el hipotético escenario. Sin embargo, las persecuciones de que han sido víctimas muchos de los líderes de ese movimiento político durante el gobierno de Correa podrían terminar siendo decisivas. Además, las continuas peleas verbales de Correa con algunos de los líderes indígenas podrían influir en las decisiones finales de aquel grupo. La costumbre de Correa de pelearse con todos y por todo, podría terminar costándole la reelección presidencial.

A ver; Pachakutic, podría apoyar a Correa, pero, también podría votar por el candidato conservador. Pero,  ¿qué es, lo que más le conviene a Pachakutic? ¿Votar por el candidato del conservadurismo tradicionalista, o votar por el candidato del fascismo bolivariano? Claro, también está la posibilidad de no apoyar a ningún candidato, por lo menos no oficialmente. Sin duda, un dilema difícil de prever. Sin embargo, Pachakutic, seguramente, considerará su futuro en la Asamblea. Entonces, ¿qué le es más propicio, Correa, o un presidente nuevo? Rafael Correa se ha mostrado como un político manipulador, maquiavélico, prepotente, y sin duda ese mismo estilo se mantendrá de ser reelegido; aunque, los otros candidatos no se caracterizan por ser modelos confiables y respetables, después de todo representan las mismas viejas tendencias solo que con marcas y denominaciones nuevas.

Está claro que, gane quien gane, Pachakutic, hará oposición al próximo gobierno. Entonces, debería darle lo mismo que gane Correa o gane el otro candidato. Pero, no necesariamente es así. No hay que olvidar que durante su Gobierno, Correa ha conseguido colocar en los niveles directivos de las otras funciones del Estado a personajes que le son incondicionales; esa realidad, seguramente no será soslayada por los líderes del movimiento indígena; es obvio que, si Correa vuelve a ganar, todas aquellas autoridades que se encuentran enquistadas en entes como Contraloría, Fiscalía y Cortes Judiciales, Consejo Electoral, Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, serán ratificadas, pero, si Correa pierde, todos aquellos funcionarios caerán como piezas de dominó, uno tras de otro.  Además hay otro asunto, el discurso de Correa es muy similar al de Pachakutic, pero, opuesto al de los candidatos conservadores; lo cual, en este caso, no significa que sea un punto de unión, más bien todo lo contrario; es mucho más fácil hacer oposición a un gobierno descaradamente conservador, que a un gobierno fascista pintado de socialista y guevarista.

Mas, una cosa está más que patente, al final, si se da un evento como el planteado, serán los intereses de grupo los que terminen imponiéndose, ¿a favor de qué lado?................ ¡quién lo sabe, quién lo sabe!....... El Pueblo que supuestamente elige, ciertamente no. 

domingo, 25 de noviembre de 2012

"Eloy Alfaro y sus victimarios" de José Peralta. Comentarios y reflexiones.





Acabo de terminar de leer el libro “Eloy Alfaro y sus victimarios. Apuntes para la Historia Ecuatoriana”. Debo señalar que los relatos de Peralta conjuntamente con los escritos de Juan Montalvo son de lo mejor – quizá lo único rescatable –  que he leído sobre opinión política y narrativa histórica de mediados y finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

No quisiera entrar en detalles respecto del contenido del libro de Peralta, más bien quisiera invitarle a que sea usted ecuatoriano, claro, siempre y cuando no sea un poseído borrego humanizado, sectario e intolerante, invitarle  digo, a que acceda por interés propio al libro, en el que, uno de los pocos amigos leales con los que contó Eloy Alfaro Delgado, narra las vicisitudes, aprietos, componendas, traiciones, y crímenes que se desarrollaron durante mediados de 1911 hasta marzo de 1912; período de tiempo en el que se suscitaron los bochornosos, sangrientos e ignominiosos hechos que afrentan la dignidad humana y manchan los anales de la historia ecuatoriana.
    
Como mencioné no quiero entrar en detalles expresos acerca de las anotaciones con las que Peralta censura, - con algo de emotividad, por cierto, explicable, considerando el suplicio inenarrable al que fueron sometidos sus amigos y conocidos - las infames felonías, los crímenes brutales, la profanación canibalesca, y la repugnante impunidad. Mas, en los siguientes párrafos dejaré señalados ciertas reflexiones, comentarios y conclusiones que considero importantes.

Peralta relata con evidencias y pruebas comprobables, generalmente declaraciones realizadas por los propios complotados, quiénes, a su parecer, fueron los asesinos materiales, pero sobre todo señala con nombres y apellidos a los potenciales criminales intelectuales; además, desarrolla una serie de análisis lógicos, que, si no demuestran fehacientemente quienes fueron las mentes grises y perversas que planearon, organizaron y ejecutaron los asesinatos de Eloy Alfaro y sus lugartenientes, los pone en el centro mismo de la picota pública, para que sean juzgados no por la opinión pública conservadora o seudo liberal, sino por la conciencia del hombre libre.

José Peralta describe los antecedentes, las razones, los vericuetos, los personajes, los encubrimientos, la doble moral, la hipocresía,  la estupidez, el salvajismo, la beatería de una época vergonzosa atiborrada de los peores crímenes que la humanidad decadente podría cometer. Narra, comenta, recuerda, plantea, ofrece, discurre, reflexiona, divaga, culpa, protesta, acusa, denuncia; y al mismo tiempo reconoce errores, limitaciones, debilidades, ingenuidades, afectos, consciente e inconscientemente.

Luego de terminar de leer “Eloy Alfaro y sus victimarios”, una serie de preguntas se colaron en mi mente, por ejemplo: ¿Por qué el mencionado libro no había recibido la publicidad que un escrito de tales características merecía? ¿Por qué José Peralta, ciertamente un verdadero liberal, apenas si era nombrado, excepcionalmente, cuando se mencionaba la masacre de los alfaristas? ¿Quién o quiénes se habían encargado de desterrar el nombre de Peralta y su trabajo literario de las bibliotecas, de los textos de historia y de la memoria del colectivo ecuatoriano? Enseguida me di cuenta que la respuesta estaba en las páginas del libro que Peralta se había atrevido a redactar. Los mismos que conspiraron y saciaron su sadismo vengativo humillando, torturando, acribillando, acuchillando, destrozando, desgarrando, apaleando, arrastrando, devorando y quemando a los líderes del Alfarismo, ¡ésos mismos!, que a través de escribidores mercenarios,  escritores clericales, editorialistas conservadores y seudo liberales y en general de la prensa sectaria, bestial y falaz que instigó, festejo y luego encubrió los crímenes de aquella triste y vergonzosa época, lo seguían haciendo, diez, veinte, cuarenta, ochenta, noventa años después de cometidas las felonías, los asesinatos y las profanaciones.

¡Cuestiono!, ¿por qué los dueños de la opinión pública tradicional han promocionado a escritores clericales como el conservador Jorge Salvador Lara, reconocido antialfarista y antiliberal? ¡Protesto!, ¿por qué “la Hoguera Bárbara” de Alfredo Pareja Diezcanseco ha merecido tanta publicidad? Incluso, recientemente, el diario conservador “El Comercio”, mencionado en el libro de Peralta, promocionaba una nueva versión de los hechos de Enero de 1912 según la percepción interesada de un escribidor de orígenes velasquistas, es decir, de claros vínculos conservadores. Pero, ¿y Peralta? Nadie o casi nadie hablaba o habla de José Peralta, el canciller de Eloy Alfaro. Para vergüenza, debo señalar que, las pocas referencias a José Peralta y a su libro vienen del sector socialista y comunista, que carentes de figuras respetables o protagónicas en la Historia Nacional Ecuatoriana, se han apropiado abusivamente de las reputaciones de los alfaristas caídos en desgracia. ¡Qué vergüenza! ¡Sí, qué vergüenza!, 100 años después del sanguinario magnicidio, el odio contra el Alfarismo no se ha disipado en las mentes de los herederos de la prensa “libre e independiente” propiamente conservadora, y qué patético, que los aduladores de regímenes y doctrinas totalitarias como el socialismo y comunismo se hayan vestido con la memoria de la masacre de Enero de 1912 y con la bandera muerta del Alfarismo.

El libro de José Peralta, “Eloy Alfaro y sus victimarios, apuntes para la Historia Ecuatoriana” es un documento histórico que denuncia la verdad de un pasado abominable: cuando el clericalismo fáctico tiranizaba todo aquello que no se sometía dócilmente al monaquismo feudal; cuando pensar libremente estaba prohibido so pena de que tal hereje sea encarcelado, desterrado e incluso ejecutado; cuando el conservadurismo chapetón imponía brutalmente sus reglas comerciales, políticas, económicas y sociales. Pero, adicionalmente, las narraciones de Peralta descubren la realidad  del político ecuatoriano, de la política ecuatoriana, de la idiosincrasia ecuatoriana. Los relatos de Peralta señalan una verdad incómoda para unos y escandalosa para otras; en el Ecuador de ayer los partidos o movimientos políticos no se conformaban sobre la base de ideologías o doctrinas filosóficas; en el Ecuador de ayer, no existían partidos políticos, sino mafias de politicastros con apetitos e intereses polutos y sectarios. Aquella historia veraz explica la pobreza, la ignorancia, la estupidez y la beatería de los tiempos contemporáneos. “Quién no conoce su pasado está condenado a repetirlo”, dice un axioma popular, por eso las obras veraces de hombres como José Peralta son escondidas, proscritas y sus autores desterrados de la memoria individual y social. Lo que no se publica en los medios conservadores que monopolizan la opinión pública, sencillamente no existe.

Si analizas serena y conscientemente el actual escenario político infecto, constatarás que el político ecuatoriano de principios del siglo XXI fácilmente se confunde con el político de principios del siglo XX; para ser más exacto el político profesional ecuatoriano ha permanecido estancado, y si ha mutado ha sido para envilecerse aún más que sus abyectos antecesores.

Los actuales aduladores del conservadorismo moderno, aquellos pocos que se han atrevido a mencionar a Peralta y sus denuncias, lo tachan de sectario y alcahuete de Alfaro. ¡Qué ridículo! ¡Qué calidad moral tienen los más fervientes aduladores del conservadurismo totalitario, fieles y fervientes encubridores de los abusos del monaquismo moderno! Ciertamente que hay personajes que no conocen el concepto de vergüenza, pues periódicamente venden su conciencia por algunas piezas de plata unos, y por muchas, otros. José Peralta podrá incurrir en excesos a favor de su amigo, quizá la emoción al recordar a su compañero destrozado e inmolado por la alianza incestuosa entre seudo liberales y conservadores lo enardeció, en excepcionales pasajes de su relato, al idealizar el Alfarismo; pero, hay un hecho que la prensa conservadora y clerical no podrá negar jamás, el complot ruin, la traición infame, la tortura canallesca, el asesinato cobarde, la profanación sanguinaria,  la quemazón nefanda, la  algarabía demencial y el encubrimiento ignominioso. ¡La infamia del 28 de Enero de 1912 sucedió!; y José Peralta, un ecuatoriano valiente, tuvo la insigne audacia de recordárnoslo en sus apuntes para la historia ecuatoriana. 
   
Los principios de la República no estuvieron bendecidos por la virtud de hombres honestos. Las primeras décadas del Ecuador no estuvieron engrandecidas por los pensamientos geniales y sublimes de estadistas probos y preclaros.  La prueba irrefutable radica en el hecho de que los chapetones oligárquicos escogieron como primer presidente al mercenario Juan José Flores; es decir, necesitaban un bruto que imponga la ley de la violencia y el terror, mas no, un hombre honrado e inteligente que construya en base a justicia, consensos y tolerancia.

Si bien es cierto que Eloy Alfaro ya en el poder emprendió una serie de reformas positivas como la culminación del ferrocarril que unió sierra y costa, y consiguió a través de reformas legales limitar el poderío clerical y conservador, sin embargo, los gobiernos alfaristas no fueron precisamente un paraíso de libertades, no solamente por las venganzas generadas por las vilezas cometidas en el pasado por las dictaduras clericales y las tiranías conservadoras, sino por los abusos y corruptelas que seguramente  debieron cometer muchos de los aduladores, secuaces y esbirros de Alfaro; muchos de los cuales se volvieron sus peores enemigos cuando Don Eloy perdió el poder. No debemos olvidar el oscurantismo moral que dominaba el Ecuador de aquellos tiempos. En aquellas tenebrosas épocas la mayoría de ecuatorianos no sabía leer ni escribir, gracias al conservadurismo reaccionario; aquellos beneficios estaban reservados únicamente para las clases sociales privilegiadas. Basta considerar que, si en la actualidad, la gran mayoría de personas desconocen lo que realmente representa la doctrina liberal, pues más de un zoquete la confunde con capitalismo fundamentalista, bancocracia, librecambismo y mercantilismo, imaginen aquellos lúgubres tiempos en los que predominaban el analfabetismo y la inepcia.

El Alfarismo aunque implantó algunas reformas ciertamente liberales, no necesariamente representaba verdadero Liberalismo, ni tampoco ese cártel llamado “Partido Liberal Ecuatoriano” estuvo constituido por liberales, salvo quizá por un pequeñísimo número de personas que entendían la doctrina liberal, entre ésos José Peralta. No considero justo tolerar un asqueroso maniqueísmo idealizando a los alfaristas, simplemente por ser seguidores de Eloy Alfaro.

Con el brutal magnicidio de Eloy Alfaro y sus lugartenientes, el conservadurismo, el clericalismo, las facciones seudo liberales de Leonidas Plaza Gutiérrez y la jorga de tránsfugas que gobernaban detrás de la figura del dictadorzuelo Freile Zaldumbide, erradicaron el  “Alfarismo” para siempre, no se puede negar aquello. Eloy Alfaro fue durante varios años el caudillo principal del “Partido seudo Liberal ecuatoriano”, y sobre su caciquismo, poderío y reputación se construyo el “Alfarismo”. Cuando Don Eloy y los principales representantes del Alfarismo fueron eliminados, éste,  desapareció.  Lo que se vino después fue un uso repugnante y asqueroso del nombre y reputación de Alfaro, del asesinato y quemazón de los alfaristas. Políticos carentes de escrúpulos, unos más que otros, han comercializado la masacre alfarista con finalidades vergonzosas. Desde siempre las mafias de seudo liberales han tranzado con el conservadurismo imperante, hasta denigrar las denominaciones o expresiones: “Partido Liberal ecuatoriano”  o “Radicalismo Alfarista”; incluso en épocas no tan antiguas; así a finales del siglo XX,  el socialcristiano León Febres Cordero, llegó al poder  apoyado por el “Partido seudo Liberal ecuatoriano” que puso vicepresidente. Durante aquel gobierno conservador, un grupo de incautos, pretendieron tomarse el poder con la violencia e incursionaron en actividades delictivas; tales personajes, se etiquetaron con el nombre de “Alfaro vive carajo”,  imputándose abusivamente la figura y reputación del llamado “Viejo Luchador”, con lo cual se inició una época triste y sangrienta, que nuevamente manchó las páginas de la Historia Ecuatoriana.

Sí, aunque gente interesada en seguir explotando politiquera e inmoralmente la reputación de Don Eloy diga que “el Alfarismo vive”, la verdad es que el terrorismo de la alianza maléfica que asoló el País durante finales de 1911 y principios de 1912 acabó con el “Alfarismo”.

Pero, si bien el barco alfarista se hundió con su hidalgo capitán, el conservadurismo y sus aliados infames no pudieron extinguir al Liberalismo.  Porque el Liberalismo no es propiedad de caudillo alguno. Porque el “Partido seudo liberal ecuatoriano” jamás representó la idea y doctrina Liberal. El hecho de que una persona cualquiera se ponga un sello con la marca liberal, no significa que sea un liberal. A principios del siglo XX el “Partido seudo Liberal ecuatoriano”, estaba conformado por facciones, así: “los alfaristas”; liderados por Eloy Alfaro; “los placistas”, comandados por Leonidas Plaza Gutiérrez; grupos  anti-conservadores, que respondían a varios líderes regionales; e incluso convivían grupos de conservadores supuestamente regenerados. Todos con sus respectivas agendas de grupo, instigando, complotando, y defendiendo sus intereses de grupo.

Seamos claros, el verdadero Liberalismo no protege intereses oligárquicos, ni está limitado en cárteles o subordinado a caudillismos. El Liberalismo ha existido desde que el primer ser humano pensó, analizó, y decidió. El Liberalismo no es propiedad de mafias, gremios o caudillos, ni puede ser patentado por hordas de politicastros. Con la masacre alfarista se extinguió una rama del caudillismo del “Partido seudo Liberal ecuatoriano”, cártel ambiguo que conjuntamente con el partido Conservador tiranizó el país, hasta que finalmente sucumbió ante el poderío del tradicionalismo, especialmente económico y religioso.

Con la masacre de la facción alfarista las otras facciones del “Partido seudo liberal” y los conservadores clericales solo consiguieron demostrar la condición siniestra de quienes dirigían aquellos grupos brutales, y los extremos barbáricos a los que dichos personajes estaban dispuestos a llegar con tal de imponer sus formas totalitarias de control y dirección.

 Si las intenciones de los culpables del holocausto que culminó con la “Quemazón del Ejido”, eran extinguir El Liberalismo, definitivamente fracasaron completa y rotundamente. El Liberalismo existe porque existen personas que se deleitan con la verdad, aman la justicia y disfrutan la  libertad. Hombres como José Peralta y Juan Montalvo. Por lo mismo, mientras haya un civil que repudie la violencia estúpida y ame la creación virtuosa,  existirá el Liberalismo.