lunes, 7 de mayo de 2012

Folclore típicamente ecuatoriano.


En verdad que nuestro País, el Ecuador, está plagado de folclore pintoresco, unos más ridículos que otros, unos menos absurdos que otros. Por ejemplo, tenemos un gobierno que promociona la no explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní; pero al mismo tiempo, defiende con garras y colmillos, la minería a cielo abierto, a pesar de lo extremadamente contaminante  de tal actividad.

Los grupos de gays, lesbianas, travestis, bisexuales y feministas claman por igualdad, y sin embargo, han conseguido del gobierno de Rafael Correa, prebendas, a través de las llamadas “discriminaciones positivas”. 

Hace un año se le preguntó al Pueblo Ecuatoriano si estaba de acuerdo con los espectáculos donde se mataban animales; pero, resulta que, según Correa, las peleas de gallos no estaban incluidas; porque, según el socialista del siglo 21, la finalidad de dichos enfrentamientos no son la muerte del gallo; entonces, ¿por qué será que les colocan las navajas en lugar de las naturales espuelas? Las corridas de toros continúan. Los escándalos de corrupción no cesan. La espuria “meritocracia” se ha constituido en un filtro inmoral que permite que solamente la gallada o la patota puedan acceder a los diferentes cargos públicos. 

Increíblemente, Correa, se jacta del aumento del gasto público; pero, ¿quién paga esos incrementos del gasto corriente?, y ¿a dónde se destinan esos dineros? Por citas de prensa, quienes vivimos en la sierra ecuatoriana hemos conocido que las inundaciones están causando estragos principalmente en la costa. ¿Hay dinero para gasto corriente, pero no hay dinero para infraestructura básica? Alguien debe explicar, por qué no se han construido las presas y los diques en los lugares necesarios para evitar que ciudades y poblados sean inundados por las crecidas de los ríos. Alguien debe explicar, cómo es posible que a pesar del incremento del presupuesto en el rubro salud, el dengue, siga siendo una enfermedad epidémica. ¿En qué se han usado los millones y millones de dólares que debieron servir para agua potable y alcantarillado? 

¿Qué cosas, verdad? En fin, peripecias propias de cualquier, Absurdistán.     


miércoles, 2 de mayo de 2012

Quito, una ciudad taurina.

Por motivos diversos, me abstuve de analizar los resultados de la consulta popular de mayo del 2011. En parte porque sabía muy bien, que, sean cuales sean los resultados, en el Ecuador del siglo 21, las cosas seguirían exactamente igual o peor, como de hecho ha sucedido. Sin embargo no quiero quedarme con las ganas de analizar objetivamente –haciendo abstracción de las percepciones que tengo respecto de aquel asunto, o por lo menos, intentando no hacerlo– la pregunta 8, que trataba de los espectáculos públicos donde se matan animales.

La pregunta octava de la Consulta decía exactamente así:
- De la prohibición de matar animales en espectáculos;
¿Está usted de acuerdo que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?

El tema se volvió candente y polémico fundamentalmente en Quito debido  a la notoria afición que muchos quiteños tienen por la Tauromaquia; y por la oposición que no pocos quiteños sienten por esa fiesta. Pero el asunto, que debió ser tratado con seriedad, terminó politizado y manoseado por influjos del propio gobierno. Personalmente, a través de los medios que me fueron posibles, sobre todo Internet, denuncié, la manipulación engañosa, desarrollada por Rafael Correa y sus áulicos socialistas; pues la pregunta estaba diseñada tan mañosamente, que, gane el “no”, o gane el “sí”, la permanencia de la Tauromaquia quedaba garantizada; por lo mismo, la única opción sensata que quedaba –para quienes detestan ese tipo de espectáculos– era rechazar la propuesta tramposa de Correa, a través del voto Nulo.  

Las siguientes son las cifras oficiales:




Los datos son concluyentes y no admiten discusión. Analicemos. La pregunta planteaba si se estaba o no de acuerdo con prohibir los espectáculos donde se matan animales. Nada se decía de humillar, burlar, maltratar, picar, asaetear, desangrar, enfrentar, o agredir, animales; es decir, se podía hacer todo lo mencionado anteriormente excepto matar; aquella era la propuesta de Rafael Correa, promocionada y defendida por sus jorgas de disque ecologistas y socialistas del siglo 21; la del “SI”; la que al final triunfó y que posteriormente, fue reglamentada y sacramentada por el alcalde socialista, Augusto Barrera. 

Los resultados son sorprendentes. Según las cifras oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), el 95,73% de las personas que viven y votan en Quito están de acuerdo con la Tauromaquia, y solo discrepan en el hecho del golpe de gracia final y fatal que recibe el toro miura. Es decir, ambos bandos –los que votaron “SI” y los que votaron “NO” –  están de acuerdo en que el animal sufra los diferentes lances taurinos; pero, mientras los amantes de la Tauromaquia imponían la tradición, es decir, que el toro muera en la arena del coso, los otros defendían que debía morir en los chiqueros, después de la lidia.  Apenas el 4,27%, rechazó, a través del Voto Nulo, la propuesta de Correa, y protestó su oposición a la Tauromaquia. La diferencia es contundente y permite concluir que, en su generalidad, Quito es una ciudad taurina, con todo lo que aquello implica.