viernes, 24 de agosto de 2012

De por qué Rafael Correa llegó a ser presidente de la República del Ecuador.



¿Cuáles fueron las razones que permitieron que el príncipe de la burocracia pública, Don Rafael Correa, llegará al poder? ¿Qué circunstancias excitaron los puntos claves del escenario mediático, político y electoral de tal manera que el boyscout lasallano consiguiera convertirse en el Presidente del Ecuador? ¿Fue quizá obra y milagro de la virgencita churona? ¿Acaso intervino el báculo místico de san Eleutorio de Nicomedia? ¿Qué le permitió el locuaz e irreverente Rafael Correa ocupar el Palacio de Carondelet?

Bueno, en realidad en la elección de Rafael Correa, no intervinieron precisamente artes supraterrenales o manifestaciones metafísicas, sino más bien, un conjunto de hechos y coyunturas fundamentalmente humanas y por lo mismo perfectamente observables, definibles y explicables.

Luego de que los militares entregaron el poder, por allá, por finales de los años 70 del siglo XX; se instauró un sistema falsamente democrático, una dictadura constitucional en la que una mafia de partidos políticos encabezados por dos tendencias políticas, el Conservadurismo y el Populismo, que se alternaron periódicamente en la expoliación de los recursos públicos y la tiranización del pueblo ecuatoriano. En realidad nada que no haya conocido el País en épocas anteriores, aunque con el toque moderno de la época. Es así que los ecuatorianos tuvimos que sufrir: la infame sucretización pública  de la deuda privada, en el gobierno conservador demócrata cristiano de Osvaldo Hurtado; el terrorismo de Estado del socialcristiano León Febres Cordero; la laxitud moral y el despelote económico con el socialdemócrata Rodrigo Borja; la corrupción curuchupa con los conservadores Durán Ballén y Dahik; el oneroso, vergonzoso y ridículo gobierno de Abdalá Bucaram; la quiebra del país gracias al conservador democristiano Jamil Mahuad, y finalmente el nepotismo de Lucio Gutiérrez; entre los principales.

La incompetencia y corrupción de estos gobiernos tuvieron como consecuencia que la gran mayoría de ecuatorianos se harte de estos personajes tradicionales que monopolizaban el escenario político por lo que al grito de: ¡qué se vayan todos!, terminó, el pueblo, tumbando tres presidentes; golpes de Estado de los que irónicamente se aprovecharon en su momento un montón de oportunistas, y amorales forajidos que llenaron sus alforjas con dinero público y pronto se mandaron mudar a los frívolos palacetes construidos gracias a su ambición y carencia de escrúpulos. Uno de estos gobiernos interinos fue encabezado por Alfredo Palacio, vicepresidente con Lucio Gutiérrez; caído este último, Palacio asumió la presidencia. Es precisamente durante la dictadura constitucional de Palacio que aparece el nombre de Rafael Correa Delgado, comandando el ministerio de Economía. Algunas decisiones populares y otras necesarias le generaron simpatías, por ejemplo, eliminó un fondo inmoral que retenía dividendos petroleros que luego eran destinados al pago de la deuda externa lo que permitía a los negociantes y traficantes de estas acreencias ecuatorianas beneficiarse con pingües ganancias. Pero, de repente Correa se distanció del Gobierno de Palacio y desapareció. Hay quienes dicen que viajó a la Argentina a aprender del “Pingüinato”, otros dicen que anduvo por Venezuela asimilando el socialismo bolivariano original, y solicitando apoyo del Comandante Chávez. Sea como sea Correa desapareció por un buen tiempo hasta que, cual hijo prodigo, regresó, a estas tierras andinas; y, algunos meses después, dirigiendo las huestes de varios movimientos políticos, vinculados con lo que ignorante y popularmente se conoce como “izquierda política” lanzó su candidatura a la presidencia del Ecuador. 
 
Pero, ¿qué le permitió ganar? Hay que considerar que Correa era un rostro nuevo, y que la gente estaba harta de jetas y caretas inmorales, conocidas y tradicionales. Correa se presentó con la imagen renovadora de lo joven y nuevo, en contraste con lo repugnante de lo viejo y arcaico. Además su pasó por el Ministerio de Economía era considerado positivo por algunos sectores sociales. Su discurso en campaña fue ciertamente populista, nacionalista, humanista, antiimperialista, e incluso religioso, pues en más de una oportunidad dejó muy claro su formación cristiana católica, apostólica y romana. Atacó la corrupción de la bancocracia y sus aliados políticos conservadores que habían destruido económicamente al país años atrás. Cuestionó y censuró la relación servil que algunos sectores económicos y sociales tenían con los intereses de los Estados Unidos. Rechazó al capitalismo fundamentalista y vendió la idea del Socialismos del siglo XXI, aunque jamás explicó claramente en qué consistía este. Atacó el racismo y malicia de la oligarquía social a la que tachó con el mote de “pelucones”. Se presentó como la antítesis y némesis de la partidocracia tradicional a la que achacó la desgracia de todos los problemas del País, aunque irónicamente muchos  miembros de aquella mafia apoyaban directamente su candidatura; así, no le importó que miembros de la izquierda democrática, o colaboradores socialcristianos estén entre sus asesores, o que partidos de condiciones inmorales como el movimiento popular democrático M.P.D., o el partido socialista ecuatoriano P.S.E., formen parte de su coalición. Para librarse de la mácula de ser tildados como parte de la partidocracia, Correa y sus asesores, se crearon la careta del movimiento social a la que llamaron Alianza País y con la cual encubrieron a la mafia política que los apoyaba y se distanciaron del populismo y conservadurismo tradicionales, con gran éxito.

En la medida en que empezó a desarrollarse la campaña un hecho se presentó incuestionable: Correa sabía vender. Si unes eso, a su extrema locuacidad, demagogia, prolijidad en la tarima, carencia absoluta de buenos candidatos que constituyan efectiva competencia, el apoyo de muchos personajes del periodismo ampuloso y considerables recursos económicos para el gasto electoral, pues, entonces, el triunfo estaba garantizado. Y es así como el hijo prodigo, llegó a ocupar la presidencia de la República del Ecuador, de eso casi 6 o 7 años. Pero, ¿por qué se ha mantenido por tanto tiempo a diferencia de sus antecesores? … Pues por varias razones……. ¡aah!, pero, esa es otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario