lunes, 18 de febrero de 2013

Correa Presidente Ecuador 2013-2017. Breve análisis.




El día de ayer, domingo, 17 de febrero del 2013, se desarrollaron en Ecuador, las elecciones para presidente, vicepresidente, y asambleístas. Como ustedes probablemente ya lo saben, y si no, entérense, el progre bolivariano Rafael Correa derrotó contundentemente a los candidatos de la arcaica partidocracia conservadora, y al populismo socialista e indigenista.

En otro comentario les mencionaba que la posibilidad de que Correa arrasase en las elecciones era en extremo alta. De acuerdo con el conteo rápido de datos, y el escrutinio del Consejo Electoral, la tendencia mostraría a Correa con un 56% de los llamados votos válidos. Pero, a pesar de que los resultados, aún extraoficiales, no son realmente sorpresivos, no deja de llamar la atención el fracaso, tanto del conservadurismo representado por los candidatos Guillermo Lasso (23%), Lucio Gutiérrez (7%) y Álvaro Noboa (4%), cuyas votaciones sumadas alcanzarían el 34%; pero en especial, la derrota catastrófica, tanto de la llamada “Coalición de las Izquierdas” encabezadas por Alberto Acosta (3%), como del populismo del Partido Roldosista (2%), que consolidados apenas llegarían al 5%. Quizá la relativa sorpresa la haya dado Mauricio Rodas con un poco más del 4%, considerando sus circunstancias limitantes.

Ahora toquemos un asunto que es importantísimo, la nueva disposición de fuerzas en la Asamblea Nacional. Resultaba fundamental que Rafael Correa y sus corifeos bolivarianos pierdan el poderoso influjo que tenían en la Asamblea. Pero, dados los resultados, muy similares a los obtenidos por Correa como candidato presidencial, la posición del Fascismo Bolivariano se ha fortalecido radicalmente, tal es así que de un total de 137 asambleístas que conforman la Asamblea Ecuatoriana, Alianza País, el partido de gobierno, tendría aproximadamente entre el 54 y 60 %, es decir, alrededor de 85 asambleístas, con lo cual tendrá mayoría absoluta; si a eso añadimos, los votos de sus aliados y las potenciales deserciones que seguramente se darán, sobre todo en los partidos de Álvaro Noboa y Lucio Gutiérrez, pues, resulta obvio que Correa y su círculo cerrado de colaboradores  impondrán en la Asamblea, sus apreciaciones parciales, al tiempo que bloquearán cualquier intento serio de fiscalización a la gestión del Gobierno de la Involución Ciudadana.

No recuerdo exactamente pero deben ser como 5 o 6 elecciones que Rafael Correa y los progres bolivarianos ganan contundentemente, en los últimos 6 años. Pero, ¿a quién le ganan? Pues a los candidatos de la vieja Partidocracia. Para decirlo de otra manera, el gran negocio de Rafael Correa radica en competir con politicastros rancios que tengan un historial ignominioso, o con personajes de moral abyecta que han colaborado con gobiernos descaradamente inmorales.

En alguna oportunidad, hace un par de años, le comentaba a un amigo que, a Correa y a su fascismo bolivariano se lo podía derrotar con dos herramientas: la verdad y calidad moral. El éxito de Correa, en gran medida, ha radicado en enfrentarse a personajes mediocres, engañosos, distinguidamente mentirosos y moralmente descalificados. Pero, ¿qué pasaría si Rafael Correa y sus corifeos tuvieran que competir con hombres inteligentes, honestos, y sin antecedentes patrioteros o politiqueros? Las cosas serían diferentes. No digo que sería fácil. Correa ha conseguido crear una estructura política a nivel nacional, tanta publicidad patriotera y antiimperialista consiguió lavar el cerebro de muchos incautos que lo idolatran ciegamente, pero, sobre todo, tiene el control de la gran mayoría de instituciones públicas, es decir un poder prácticamente comparable solo con el de un dictador tercermundista. Ahora bien, la pregunta clave es, ¿existen en el Ecuador, la suficiente cantidad de personas inteligentes y honestas que estén dispuestos a hacer Política para destronar a los progres de la nueva partidocracia y a los curuchupas de la vieja partidocracia? En principio suena como algo imposible. Quizá, aquel, sea el gran dilema que deberíamos plantearnos, no por nada, dicen por ahí que: “los pueblos tienen los gobiernos y gobernantes que se merecen”.

domingo, 17 de febrero de 2013

Crónica de una reelección anunciada: Rafael Correa, Presidente del Ecuador, 2013 - 2017 .



El título de la novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, “Crónica de una muerte anunciada”, es una excelente sentencia que diagrama metafóricamente el triunfo de Rafael Correa en las elecciones de este 17 de febrero; obviamente la frase apropiada sería: “Crónica de una reelección anunciada”.

No cabe duda que casi todos las factores y variables importantes, decisivos en una contienda electoral, favorecían a Correa y a la camarilla de Alianza País. La mies estaba a punto y solo restaba el día de la cosecha. En un sistema político y electoral, monopólico y mafioso, que garantiza únicamente la participación de los tradicionales grupos y personajes históricamente enquistados en el ambiente político ecuatoriano, la nueva partidocracia, liderada por un grupo de burgueses amargados derrotó una vez más a la vieja partidocracia representada por los candidatos del conservadurismo tradicional y del socialismo indigenista y populista. El “Socialismo del siglo 21”, una tendencia bastante parecida al fascismo ora del argentino Juan Domingo Perón, ora del criollo José María Velasco Ibarra, derrotó una vez más al tradicional Conservadurismo, anclado moral, política, económica y culturalmente a los siglos 19 y 20.

Señalemos que la victoria estaba cantada desde, incluso, mucho antes que Correa lanzase su candidatura. Me atrevería a decir que la reelección empezó a cocinarse el día que la mayoría de ecuatorianos, ingenua e ignorantemente, aprobaron la Constitución Política, que los progres bolivarianos redactaron a órdenes de Rafael Correa y su círculo político íntimo, allá, en las cálidas tierras de Montecristi.

Ahora bien, existen varias razones que volvieron prácticamente inevitable la reelección del candidato-presidente. Cuestiones que tienen que ver, ora con la realidad misma de la sociedad ecuatoriana; ora con hechos históricos recientes que afectaron seriamente la psique del ecuatoriano promedio, como el feriado bancario de 1998; ora con aspectos que están relacionados directamente con decisiones tomadas por los jerarcas del partido de Gobierno, es decir, por Rafael Correa y su círculo íntimo de colaboradores; pero también por la corrupción, amoralidad, estolidez e ineptitud de la oposición política, es decir, por quienes conforman lo que se conoce como la “Vieja Partidocracia”, y todas sus diferentes ramificaciones políticas, sociales, económicas, mediáticas, etc.

Ciertamente que Correa ha sabido manipular eficiente y efectivamente a un sector ingenuo y vulnerable de la sociedad ecuatoriana; decisiones como: la supresión del convenio de la base de Manta, el discurso demagógico atacando la corrupción del modelo económico mercantilista y financiero, los pleitos victoriosos con la prensa mediocre y sectaria, la especulación de segmentos de la deuda externa con saldo favorable para el País, los cuestionables genéricos gratuitos en los hospitales públicos, las campañas multimillonarias de promoción de la imagen del caudillo fascista, las carreteras re-pavimentadas, el no tan costoso puente de Bahía, etc., le ganaron adeptos, y por extensión votos a futuro. Todos estos aspectos de tonalidades grises, le permitieron a los progres del fascismo bolivariano tender una cortina relativamente oscura con la cual consiguieron esconder parcialmente muchos actos de corrupción como por ejemplo: las vergonzosas declaratorias de emergencias gracias a las cuales  contratos públicos millonarios se firmaron sin licitaciones; el tema del hermano de Rafael Correa y sus millonarios contratos; el escandaloso caso de los “pativideos”; el afrentoso asunto “Duzac y el oneroso préstamo con garantías de bienes públicos”; la utilización abusiva que se dio a los recursos incautados a los banqueros prófugos, en especial, los medios de comunicación, que tácitamente se convirtieron en gobiernistas; y muchos otros actos infamantes que poco a poco fueron siendo disimulados con campañas engañosas y tendenciosas. Sin embargo, a pesar de lo señalado anteriormente, es imposible entender los repetitivos triunfos de Rafael Correa y su tendencia fascista, sin la presencia del grotesco y repudiable trol de la vieja y agreste Partidocracia Conservadora.
 
Todo lo que Rafael Correa, ha conseguido en su vida política se lo debe fundamentalmente al historial bochornoso de la arcaica Partidocracia, que atesora los vicios acumulados desde la fundación misma de la Nación Ecuatoriana. Resulta imposible entender las victorias de Correa, sin comprender lo importante que fueron, para los triunfos del Fascismo Bolivariano, las acciones y omisiones vergonzosas de los históricos políticos profesionales  que en su momento tiranizaron al Ecuador. Correa construyó su vida política sobre la base de las barbaridades, las atrocidades, saqueos y latrocinios cometidos por los viejos políticos que le dieron forma siniestra a la llamada “Partidocracia”. Si personajes públicos como León Febres Cordero, Osvaldo Hurtado, Sixto Durán Ballén, Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad o Lucio Gutiérrez no hubiesen hecho lo que hicieron en su faceta de presidentes, agrediendo, abusando o maltratando; hoy, no existiría el político Rafael Correa, por lo menos no en su faceta presidencialista; pero, aún más, si esa jorga de intereses amorales llamado “Partido Liberal” no se hubiera complotado con el Conservadurismo Clerical de inicios del siglo 20  para extinguir sanguinariamente al “Alfarismo”, tampoco existiría una excusa para esa farsa llamada “Socialismo del siglo 21”. La corrupción de la vieja Partidocracia creo al monstruo del “Socialismo del siglo 21”. Los politiqueros conservadores o populistas del pasado fueron los “guías espirituales” de los actuales fascistas bolivarianos del siglo 21. Probablemente los tetrarcas del monopolio político, imaginaron que Correa sería una nuevo Jamil Mahuad o en último caso, un Rodrigo Borja; pero no contaron con que el caudillo del fascismo bolivariano tendría su propia y pintoresca agenda; sus propios planes y directrices.

La nueva victoria del llamado “Socialismo del siglo 21”, representa la mezquindad y sectarismo de la tendencia conservadora tradicional en sus diferentes manifestaciones. El triunfo de Correa acusa el estancamiento del Conservadurismo elitista, una tendencia social, política, cultural, económica y financiera que sigue desvariando como en épocas de la Colonia Española, o de los inicios represivos, racistas, expoliadores y sectarios de la República, cuando africanos o indios americanos eran vistos como mercancías. El rapaz Mercantilismo de los siglos 19 y 20, codicioso y depredador, sigue impreso en la mente del conservador tradicionalista, increíblemente, en el mismísimo siglo 21.

Pero, las victorias de Correa y del fascismo bolivariano también representan algo que los dueños de la verdad, falsamente libres y notoriamente dependientes, se niegan a denunciar, porque decir la verdad no los haría populares, porque criticar esa realidad tercermundista no es conveniente para sus intereses económicos y políticos. En términos generales, la sociedad ecuatoriana, no ha variado significativamente entre siglo y siglo; de hecho, sigue siendo, si no la misma, muy parecida a la que en su momento se sometió dócilmente al ejemplar demagogo Velasco Ibarra, por reiteradas ocasiones; incapaz de ver más allá de lo que sus ingenuas expectativas le bosquejaban, siempre confiando ciegamente en el demagogo que tenía frente al balcón o la tarima, que con infamante verborrea le ofrecía todo, y por lo mismo, nada.

Dicen que “la Voz del Pueblo, es la Voz de Dios”, no me extrañaría que tal sentencia la expectorase algún demagogo de la antiquísima Roma. Aquel que en algo valore el concepto de “Dios”, seguramente rechazará tal aforismo vulgar. El Pueblo es un concepto abstracto, pero relativo, a veces incomprensible, casi siempre visiblemente básico y primitivo. América Latina sigue estancada en el “tercermundismo”; negar una verdad no es la solución. Una mentira repetida miles de veces podrá convertirse en verdad a los ojos del ingenuo o el necio, pero sigue siendo una bastarda mentira.

El Pueblo Ecuatoriano, ante el mercado de ofertillas, entre lo malo del presente y lo peor del ayer, se ha decidido por 4 años más de “Socialismo del siglo 21”, sin tener conciencia de qué mismo significará esa muletilla, tan febrilmente repetida por su locuaz caudillo de turno, durante 6 años.

Consciente, como estoy, de las calidades banales de quienes conforman el Gobierno de la Involución Ciudadana, así como de las condiciones licenciosas de la Partidocracia opositora, no resulta difícil predecir que se vienen 4 años más de pleitos politiqueros, alborotos pendencieros, y no pocos escándalos públicos. La prensa corporativa continuará actuando como ente político común y corriente, la vocera oficial del  Conservadurismo tradicionalista; de la misma manera, la prensa pro-gubernamental continuará defendiendo servilmente los futuros dislates del caudillo, así como, encubriendo los potenciales latrocinios del fascismo bolivariano; en otras palabras, se viene más del mismo relajo de los últimos 6 años.

Ante tales circunstancias, no quedaría más que encomendarse a San Eleuterio de Nicomedia, patrono de los imposibles; quién sabe, tal vez el arcaico santurrón, con sus beatos oficios consiga exorcizar los fantasmagóricos y enviciados apetitos de todos aquellos politicastros ecuatorianos, ansiosos de poder y riquezas. Aunque improbable, que Don Eleuterio y su báculo mágico puedan hacer algo contra aquella, ya famosa, profecía que dice que: “El Ecuador no será destruido por temblores, volcanes, tsunamis o asteroidazos, sino por, malos gobiernos.” Por lo mismo, ante lo evidente de una realidad, y la concluyente victoria de los fascistas bolivarianos, la nueva partidocracia, solo resta decir: “¡A lo hecho, pecho!”.   

miércoles, 13 de febrero de 2013

Bananaleaks, y las promesas de Rafael Correa.





El otro día le escuchaba a un candidato conservador a la presidencia de la República decir que, él, no estaba de acuerdo con el asilo humanitario que el Estado Ecuatoriano le extendió al cibernauta australiano Julian Assange. Entre otras excusas argumentaba tácitamente que Assange era una delincuente virtual y que dadas las particularidades que englobaban el caso del polémico “mensajero”, no ameritaba ni justificaba crearle problemas al Ecuador.

Personalmente creo que el Estado Ecuatoriano hizo lo correcto al aceptar el pedido de ayuda solicitada por Assange. Resultaba evidente que a raíz de la publicación de los tristemente célebres datos, filtrados por el soldado estadounidense Bradley Manning a los dueños de la página “Wilikeaks”, cuya cabeza visible es Assange, los derechos humanos del cibernauta estaban siendo violentados. Obviamente que los motivos que impulsaron a Rafael Correa y los progres del fascismo bolivariano a ofrecer el asilo son completamente ajenos a la solidaridad y protección humanitaria que cualquier Estado que se precie de respetar los Derechos Humanos le deben a cualquier persona o grupo de personas en estado de indefensión; mas, en el caso de Correa y sus progres, la decisión tiene más que ver con la intención de ganar protagonismo político a nivel nacional e internacional; es decir, la decisión fue básicamente política, en su faceta más pueril y demagógica. Tan cierto es el asunto que si mañana el asilo de Assange perjudica a Rafael Correa y sus corifeos, en los niveles de aceptación popular, pueden estar seguros que inmediatamente se le pedirá al australiano que coja sus maletas y se largue de la Embajada ecuatoriana en Londres, so pena de ser echado a la fuerza, en caso de no hacerlo. Aunque no creo que eso suceda, pues, la decisión le ha generado muchas simpatías al Gobierno de la Involución Ciudadana, tanto dentro como fuera del País. 
 
El caso Assange es una muestra palmaria del espíritu que predomina en el planeta. La verdad está subordinada a los intereses cicateros de los grupos de poder. Pero, sobre todo, el trabajo de quienes laboran en Wikileaks, sin ser óptimo, ni tampoco un ideal, es sin embargo, dadas las realidades incuestionables, un contundente golpe moral a todos los medios corporativos y a los negocios de la comunicación, que, teniendo la obligación ética de investigar e informar al Pueblo de sus respectivos países, con veracidad, honestidad y valentía, sencillamente, o no lo hacen, o lo hacen a medias, o subordinan a intereses de grupo los intereses generales, o encubren la verdad mientras ofrecen las mentiras oficiales.

Menciono este tema porque, el día de ayer, martes 12 de febrero del 2013, a través de internet me enteré sobre la denuncia que una página web anónima, que respondería al nombre de “Bananaleaks”, habría hecho, en el sentido de que el caudillo del Gobierno de la Involución Ciudadana, Rafael Correa tendría cuentas privadas millonarias en Suiza. Al conocer la denuncia empecé a buscar información sobre el tema. Lo primero que constaté fue que, la mencionada web, no aparecía por ningún lado, y lo segundo, que varios medios corporativos conservadores ecuatorianos, obviamente en sus versiones virtuales, señalaban aquella denuncia como si tratase de una primicia, o de una noticia digna de respetable credibilidad. Los medios corporativos, luego de supuestamente transcribir la denuncia que habría estado pegada en “Bananaleaks”, declarada web anónima, denunciaban que ésta, supuestamente habría sido “hackeada”, es decir, censurada a través de medios virtualmente violentos.

Ahora bien, este tema me llamó la atención por la gran cantidad de connotaciones que se derivan tanto de la denuncia, de las condiciones del medio que hace la imputación, de la respuesta inmediata de Rafael Correa y sus serviles cortesanos a la denuncia, pero también, de la sospechosa e increíble credibilidad y atención que un grupo de medio de comunicación corporativos le prestaron a dichas informaciones. Analicemos.

Comencemos diciendo que “Bananaleaks”, si es que realmente existió, se trató de una parodia del sitio “Wikileaks”. Luego digamos que “Bananaleaks” de acuerdo con los medios corporativos que citaron las denuncias, es, o era, una página anónima, que presentó la denuncia no demostrada de que Rafael Correa tenía cuentas millonarias en Suiza; por lo mismo, al presentar una denuncia sin las pruebas o evidencias, que exigía la propia denuncia, tal medio anónimo, termina, o terminaba, convirtiéndose en un vulgar libelo injuriador, es decir, un virtual pasquín, como demasiados abundan en el basural de internet. Lo cual me lleva a cuestionar, dadas las características de “Bananaleaks”: ¿cómo es posible que medios de comunicación, con una vida histórica larga y amplia, se hayan atrevido a incluir en sus páginas las versiones no comprobadas de una simple página de internet anónima? ¿Dónde queda la ética periodística? ¿Importa la histórica reputación? ¿Interesa tener a un pueblo correcta y verazmente informado, o solo importa promocionar el escándalo, independientemente de que tal, sea cierto o falso?

Sean cuales fueren las intenciones y las calidades de las denuncias de la página anónima “Bananaleaks”, el papel de la prensa corporativa, que prestó oídos a una denuncia anónima y no comprobada, es poco menos que bochornoso. Lo digo, porque si la denuncia es cierta, es decir, si Correa, en efecto tiene cuentas millonarias ocultas en Suiza, cabría preguntar, ¿dónde estuvo la sagacidad, coraje e indagación, de la que tanto suelen jactarse los medios corporativos “libres e independientes”?; ¿acaso una simple web anónima pudo hacer lo que la prensa corporativa no consiguió en varios años de peleas vergonzosas con el fascismo bolivariano? Pero, y que tal, si la información es falsa como parece en efecto ser. ¿Cómo queda la prensa corporativa “libre e independiente”? Ciertamente muy mal, aunque daría la impresión que poco o nada les importa la imagen que dan a la ciudadanía ecuatoriana, fundamentalmente al segmento respetable y honrado.

Por otro lado, la respuesta de Rafael Correa y sus serviles áulicos a la denuncia de “Bananaleaks”, es por demás patética y ridícula, pero extremadamente expresiva y comprometedora. ¿Por qué lo digo? Fundamentalmente por las declaraciones de Correa cuando amenaza o más bien promete, como en otras oportunidades ya lo ha hecho, que, si se demuestra que tiene cuentas en Suiza, presentará su renuncia a la Presidencia. Recuerdan el escándalo brutal de Angostura, o el relajo de los contratos millonarios de Fabricio Correa, y algunos episodios deshonrosos más, en los que Correa religiosamente prometió renunciar si se demostraba sus vínculos con aquellos oprobiosos escándalos; pues bien, luego del bochinche, la rabieta y el despelote del momento, al final, ni investigación seria, ni renuncia, ni nada. Lo cual lleva a concluir que la amenaza de renuncia es simple estratagema para imputarse supuesta inocencia. 
   
Ahora bien, Correa y sus corifeos, fieles a sus tácticas manipuladoras, en el caso de la denuncia de “Bananaleaks”, pecan sin embargo, de necios, porque, le dan crédito a una denuncia de un medio anónimo, pero sobre todo que no incluye datos irrefutables. Y al darle importancia a tal denuncia abren una espiral de sospechas que exigen el desarrollo de una investigación seria realizada por personas completamente desvinculadas al fascismo bolivariano del siglo 21. Correa según fuentes periodísticas tacha de “calumnia” a la denuncia, y señala que: “si se demuestra que  tengo cuentas en Suiza, presentaré la renuncia a la Presidencia”. Pero, y qué me dicen de Liechtenstein, Andorra, el Caribe, o Panamá. La declaración de Correa es patética. “si me demuestran que tengo”, pero solo, “en Suiza”, entonces, si “renuncio a la Presidencia”. Correa debería tener en claro que si se le comprueba la posesión de cuentas millonarias en el exterior, su renuncia no será necesaria: ¡se va, porque se va!

Pero, es que hay tanta necedad y narcisismo en la promesa de Correa. El propio caudillo bolivariano con su proposición plantea la posibilidad de que exista algo espurio, aunque no necesariamente en Suiza.  Un presidente honrado e inteligente ni siquiera le habría prestado atención a la denuncia falsa de un medio anónimo; y más bien habría cuestionado las razones por las cuales medios de comunicación supuestamente serios se habían hecho eco de tales infamantes libelos. Pero, Correa, en cambio, no solo que se presenta a refutar las denuncias de “Bananaleaks” sino que además recurre a sus ya típicas estratagemas como la de la intrigante renuncia, que por cierto jamás llegará.

Lo cierto es que la respuesta disparatada de Rafael Correa y sus corifeos más que desdeñar la denuncia de supuestas cuentas en el exterior, lo que hace más bien es generar reservas y cuestionamientos. Incluso, abre la posibilidad de que efectivamente, “Bananaleaks” no se haya autocensurado, y que su desaparición de internet se deba a la brutalidad hacker, instigada por los progres del fascismo  bolivariano.

Hay quienes dicen que ningún político roba o hurta con documento previamente suscrito en notaria, sin embargo, muy cierto es aquel adagio que dice que: no hay delito perfecto. El politicastro delincuente por muy astuto, vividor y contumaz que sea, siempre deja un rastro a seguir. El verdadero problema radica en los entes públicos y más específicamente en los funcionarios de control y fiscalización que debiendo hacer sus trabajo no lo hacen. ¿Qué ha hecho el Gobierno de la Involución Ciudadana para moralizar los entes de control y fiscalización? Alguien diría que nada, pues no es así, lo que hizo es inventarse el burocrático “Consejo de Participación Ciudadana y Control Social”, a través del cual, la nueva partidocracia, impone a los funcionarios que dirigirán los organismos públicos de Control y Fiscalización.

De manera que la denuncia de la intrigante “Bananaleaks”, indiferentemente de su falsedad o veracidad terminará siendo, ora un simple y banal bullicio intrascendente, ora una repugnante mancha más en la pared de la historia ecuatoriana.

jueves, 7 de febrero de 2013

Elecciones Ecuador 2013: Encuestas y Partidocracia.




Hace aproximadamente una semana caminando por las veredas de la ciudad, en una esquina, me topé con un pequeño armatoste de varillas retorcidas y despintadas, de ésos que los voceadores de periódicos usan para colocar los diarios corporativos. Entre tales, resaltaba el primer diario oficialista del Ecuador “El Telégrafo”. Y descollaba, porque, en su titular, en enormes letras, se leía una sentencia que más o menos decía, “partido de Rafael Correa, tendrá 95 asambleístas en próximo neo Congreso”. En principio, la cifra me llamó la atención por lo exagerada, pero, casi en enseguida recordé, entre otras cosas, que las alternativas políticas no-correanas, dejan mucho que desear; y que, los ecuatorianos vivimos en el País de los absurdos. De manera que el contingente, de que Correa saqué 95 asambleístas incondicionales, e incluso más, es una posibilidad factible; no descartable, sin duda, dadas las características paupérrimas de la realidad política ecuatoriana. La encuesta la había desarrollado, una empresa vinculada con la tendencia conservadora tradicional, lo que de alguna manera, explicaba el titular tan vanidoso en el medio pro Correa; rasgo folclórico de los progres del fascismo bolivariano, cuando por ejemplo, suelen vociferar, “¡no hay peor ciego que el que no quiere ver!”, cuando le restriegan en los ojos a los ecuatorianos las carreteras repavimentadas y concesionadas; obviamente no lo hacen para referirse a los escandalosos e inocultables actos de corrupción del Gobierno de la Involución Ciudadana, como el caso Duzac, ni tampoco a los dizque nuevos hospitales, universidades, escuelas y colegios, promocionados hasta el cansancio, pero que no aparecen por ningún lado.

Ayer, en la mañana, mientras revisaba información sobre las encuestas políticas, me encontré con una declaración del representante de la encuestadora conservadora, en la que, refiriéndose al uso descaradamente político que diario “El Telégrafo” dio a dichos resultados, a modo de disculpa o justificación, señalaba que tales resultados no representaban la filiación política de los dueños de tal negocio, ni tampoco cifras definitivas. Como es obvio. No cabe duda que la dirección sectaria que los medios incautados al sector de banqueros prófugos luego del fraude de 1998 ha influido definitivamente en la intención del voto, y por ende en las encuestas.

A pesar de que el ambiente se muestra enrarecido y ambiguo, pues las encuestas son meras intenciones y como tales están plagadas de superficialidades y bajas pasiones, sin embargo las diferencias tan concluyentes a favor de Correa parecerían haber establecido un derrotero inevitable, en la forma de un triunfo del Fascismo Bolivariano del siglo 21. Veamos las cifras hasta inicios de febrero del 2013, siempre aclarando que el análisis está basado en encuestas, y por lo tanto tiene una evidente carga subjetiva y relativa que se disipará exclusivamente con los resultados reales y finales. Así: Rafael Correa tendría una intención del voto del orden del 50%; su contendiente inmediato el conservador Guillermo Lasso, entre 18 y 20%; los populistas Lucio Gutiérrez y Álvaro Noboa, el 8 o 15%; el ex correísta Alberto Acosta, el 10%; y con porcentajes que varían  entre 3 y el 1 %  estarían: el pastor evangelista Nelson Zavala, Normy Wright y Mauricio Rodas.

Ahora bien, Wright y Rodas, sabían muy bien que sus pretensiones no tendrían ningún peso; ellos, lanzaron sus candidaturas para crear y organizar una estructura política a nivel nacional con miras a futuras elecciones. El caso de Nelson Zavala, pasa más por la necesidad del partido roldocista de tener candidato propio, una vez que las relaciones tras cortinas con Correa se fueron al infierno, y por las ambiciones del sacerdote protestante. Luego está Alberto Acosta, que ridículamente ha terminado haciendo campaña por el Movimiento Popular Democrático antes que por el sillón de Carondelet; algunos progres del fascismo bolivariano lo llamarían “el candidato chimbador”; Yo creo que, dados los resultados de las encuestas, ni a eso llega. Enseguida, los tres candidatos del Conservadurismo, unos más populistas que otros: Guillermo Lasso, quizá la opción conservadora más fuerte , aunque con su candidatura arruinada desde un principio por sus vínculos palmarios con el Partido Socialcristiano y la Democracia Cristiana, pero fundamentalmente por sus relaciones con los gobiernos de Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez. Luego, Álvaro Noboa, cuyas opciones reales culminaron el día que la nueva partidocracia reguló el gasto electoral; no es novedad que la principal fuerza de la candidatura de Álvaro Noboa radica en su capacidad de gastar grandes sumas de dinero en la campaña; si prohíbes ese factor, le quitas cualquier posibilidad verdadera; y después, tenemos a Lucio Gutiérrez, que fiel a su discurso populista y demagógico, no entiende que tuvo su oportunidad y la desperdició; pero que además sufre la persecución de los espectros del pasado que engendró durante su malhadado gobierno.

Si analizamos los antecedentes políticos, así como las condiciones y características de los candidatos Lasso, Gutiérrez y Noboa, que son quienes presentan los mejores niveles en las encuestas, nos daremos cuenta que el supuesto éxito de Correa radica en la ausencia de candidatos, que, teniendo los medios económicos para asumir una campaña política millonaria, tengan al mismo tiempo un historial público limpio. Alguna vez mencioné que la corrupción de 6 años del fascismo bolivariano no era tan visible como los 177 años de inmoralidades del conservadurismo tradicional. Por lo mismo,  la solución a ese dilema radicaba en propiciar a nuevos actores políticos sin antecedentes ignominiosos. Pero, aquello no ha sucedido; de tal manera que los mismos factores que le permitieron a Correa ganar hace seis años nuevamente se han vuelto presentar, solo que esta vez le será más fácil, pues, su posición de poder e influencia, obtenidas en especial gracias a la Constitución de Montecristi, le brindan esas prerrogativas, injustas por demás.
        
Entonces, si la tendencia se mantiene, Correa tendría asegurado el triunfo, ora porque consiguió el 51%, ora porque consiguiendo más del 40%, el candidato siguiente no logró alcanzarlo en menos de 10 puntos porcentuales; escenario no imprevisible, considerando que difícilmente Lasso llegará siquiera al 30%, a diferencia de Correa que posiblemente superará con facilidad el 40%. Salvo que se presente un extraño azaroso.

Pero, ¿Por qué muchos ecuatorianos siguen confiando en Correa? Algunos analistas dirán que Correa ha sabido mover convenientemente las fichas del juego de damas chinas; Yo diría más bien que Correa ha sabido manipular efectivamente al electorado ecuatoriano. Tácitamente Correa le ha planteado a la sociedad ecuatoriana un dilema; “a la derecha tenemos a la partidocracia corrupta de siempre, aquellos que los estafaron con la incautación de sus dineros en 1998; y la izquierda estamos nosotros los socialistas del siglo 21, sus santos redentores”. Y muchos ecuatorianos han creído en esa visión  religiosa, o más bien, en ese cuento chino. Obviamente las campañas de publicidad y propaganda han ayudado y mucho para imponer esa fijación en las mentes de muchos ecuatorianos. Tan claro es el asunto que quítenle ustedes a Correa el tema de la corrupción de la partidocracia conservadora inherente con el tema del fraude financiero de 1998,  y Correa junto con los corifeos de su gobierno se quedarían prácticamente sin discurso.

La realidad política actual, inevitablemente, debe ser analizada considerando las notorias relaciones existentes entre la nueva partidocracia, y su ancestro natural, la decrépita y anquilosada partidocracia conservadora. No es novedad que los cuadros de Alianza País están repletos de ex integrantes de antiguos partidos políticos, es decir, de la vieja partidocracia. Nótese como todos los candidatos de una u otra manera están relacionados directa o indirectamente con el sistema político sectario, mafioso, caudillista y tradicionalista. Absolutamente todos. Esto se debe a que la nueva partidocracia y la vieja partidocracia se pusieron de acuerdo para recrear una forma pintoresca de oligopolio. Con este  sistema, el del fascismo bolivariano del siglo 21, le negaron al ciudadano común la posibilidad de ser candidato. En resumen, el 17 de febrero del 2013 se elige entre la nueva partidocracia y la vieja partidocracia; es decir, en familia.
        
Hay un asunto que en verdad llama la atención, y tiene que ver con la decisión de los dueños del Conservadurismo tradicional ecuatoriano al momento de escoger a sus candidatos. Cuando lo lógico habría sido que designen o promocionen a gente sin pasado político, la partidocracia conservadora hace todo lo contrario, y nominan a personajes con un pasado político oprobioso. Entonces, cómo entiendes a la vieja partidocracia conservadora que ruge contra Correa, cuando ésta, escoge como candidatos a personajes que reúnen muchos de los estigmas que Rafael Correa ha explotado a lo largo de su vida política, y que tanta popularidad le han generado. Cómo lo entiendes; es como si se lo hubiera hecho a propósito; como si hubiera una confabulación para que el fascismo bolivariano se mantenga en el poder; Yo sé, que es una exageración, pero, a veces, pero que digo a veces, generalmente, las decisiones de la popularmente llamada “oposición política” son ininteligibles. Aunque, quién sabe.

En lo que a mí respecta, me importa muy poco pero que muy poco, que Correa gane las elecciones, más todavía considerando, las otras opciones que no son mejores que la alternativa del fascismo bolivariano. Como ya mencioné en alguna otra oportunidad, gane quien gane, el Conservadurismo que puso al mercenario venezolano Juan José Flores como primer presidente ecuatoriano, 183 años después, seguirá gobernando esta falsa isla de paz. Mientras tanto, Yo seguiré anulando mi voto, y rechazando, de esa manera, esta espuria dictadura constitucional.

Sea como sea, la suerte está echada, desde hace mucho tiempo que la tendencia conservadora gobierna, y seguirá haciéndolo, con diferentes nombres y apodos, progres y curuchupas, caretas y ropajes, hasta que el Pueblo Ecuatoriano entienda el concepto de Libertad, y lo acepte en su corazón.