lunes, 11 de marzo de 2013

Incidentes en "Central Técnico", egocentrismo correano e hipocresía fascista.


Desde hace tiempo, la depreciación del control remoto del televisor se ha vuelto más lenta. Las veces que enciendo el aparato para ver televisión son muy excepcionales. Además del desdén que me causa la gran mayoría de programas que inundan la señal nacional, ora por su intrascendencia, ora por su mediocridad, ora por su extrema vulgaridad, estoy aburrido de la monotonía que monopoliza la opinión pública ecuatoriana, si se la puede llamar “opinión”. Sintonizas en la televisión algún noticiero, y enseguida, te encuentras temas directamente vinculados, o con el gobierno del fascismo bolivariano, o con el presidente Rafael Correa. Obviamente en los medios pro-gubernamentales se presenta al gobierno y al locuaz líder como si fueran lo mejor de lo mejor; mientras que en los medios conservadores, tácitamente los voceros oficiales de la oposición, se los censura de manera fundamentalista, tachándolos como si fueran lo peor de lo peor, a través de comentarios descaradamente parciales. Y así, pasan y pasan los días, cansinamente, en medio de dimes y diretes, unos más ridículos, insignificantes y groseros que otros.

Prácticamente todas las informaciones giran en torno a lo que haga o diga, y deje de hacer o deje de decir, Correa. En el Ecuador del siglo 21 se ha impuesto una especie de “Correa-centrismo”, una exaltación exagerada a la personalidad de Correa, como si el Ecuador o el mundo girasen en torno al líder de “socialismo del siglo 21”, patente ecuatoriana; fenómeno del que es responsable en gran medida la prensa conservadora dizque libre e independiente, por la atención odiosa y chabacana que le ha dado al adulado camarada, con su redundante enfrentamiento. Que si Correa esto, que si Correa esto otro, piedra va, palo viene. Con esto no quiero decir que no haya temas que deban ser  informados, por su importancia, a los ecuatorianos. La prensa tiene la obligación de informar sobre la base de verdades y evidencias. Lo que cuestiono es la mediocridad, miseria, e insignificancia de ciertos locutores de televisión que se envilecen unos, adulando y otros literalmente odiando al temible líder del fascismo bolivariano. El otro día no más, miraba un video subido a la red en el que una locutora anti-Correa, y una asambleísta de oposición conversaban animosamente sobre el camarada lasallano. Resulta que Correa en una visita a una ciudad del País, para darse de muy popular, habría ido a desayunar a un mercado de la localidad. Pues bien, la asambleísta opositora criticaba a Correa por supuestamente haber fingido que saboreaba los manjares populares, cuando en realidad dizque se habría hecho llevar el desayuno preparado en un hotel. Enseguida la locutora empezó a descalificar a Correa, que esto que este otro, que aquello, que como se ha de burlar de la pobre cocinera. Pero el asunto no queda ahí, al día siguiente, Correa contragolpea y vocifera a través de una cadena nacional parcial, que siempre sí comió los alimentos en la fonda popular. Al día siguiente, otro capítulo más, esta vez, la locutora y la asambleísta quejándose por las atenciones de Correa, a sus denuncias ridículas y desatinadas. Toda una parodia, fácilmente confundible con aquellas temáticas y alienantes telenovelas mexicanas, venezolanas, o colombianas que atestan las programaciones de los canales de televisión ecuatorianos. Frente a esta payasada televisiva, Yo debo protestar, ¡a mí qué me importa donde desayune, almuerce o meriende Correa!…, ¡qué me importa si come en hotel 5 estrellas o en la fonda de “mama chugchucara”!..., ¡qué me importa si desayuna chochos con tostado, o si almuerza “pato al orange”! ¡Increíble pero, cierto, qué prensa……., qué prensa!

Pues sí, como rara vez enciendo la televisión, no me enteré, sino, un par de días atrás, del caso de los estudiantes del Colegio “Central Técnico” y los problemas al que se hallan enfrentados por los destrozos que habrían creado durante una manifestación pública. Sinceramente, habría ignorado este tema si no fuera por las declaraciones de los padres de familia, en los que literalmente se humillan ante Correa y le ofrecen sus disculpas por los actos vandálicos cometidos, supuestamente, por sus hijos. En verdad, sorprendió, desagradablemente, ver la forma en que estas personas se auto-degradaron intentando apaciguar las furias y enojos del inexorable, pero adulado caudillo. Aunque no me sorprendió la respuesta despectiva de Correa. Casi de inmediato se me vino a la mente el libro del escritor Jorge Icaza, “Huasipungo”; lo digo porque daría la impresión que, El Ecuador, desde el punto de vista social, se habría quedado estancado en aquellos tiempos en donde los señoritos y gamonales, con o sin razón, imponían sus mandatos draconianos a esos “indios runas” que servilmente suplicaban clemencia intentando en vano aplacar las iras de los temibles patroncitos. Patético, sin duda.

Yo habría entendido que tanto los estudiantes que participaron en los incidentes y destrozos, así como los padres de familia de éstos, ofreciesen disculpas a las personas cuyas propiedades destruyeron, comprometiéndose a reparar voluntaria y generosamente los daños ocasionados; pero humillarse ante el amado y temido líder; ¿cómo entender o justificar aquella reacción tan fuera de lugar?

No estoy de acuerdo con la protesta violenta, me parece una salvajada que un grupo de estudiantes hayan atacado propiedad pública y sobre todo destruido propiedad privada. Porque, por muy justa que sea su molestia, no tenían derecho a recurrir a la violencia. Pero, aclaremos algo, los colegios públicos no son de propiedad de los progres fascistas del siglo 21, y por lo tanto, no tienen la facultad de cambiar de nombre a un colegio, en este caso, históricamente conocido como “Instituto Central Técnico”.  Porque; ¿acaso el hecho de haber ganado las últimas elecciones les da el privilegio de hacer lo que les viene en gana?; ¿ese es el concepto que tienen de Democracia? Con razón el amado líder, tiempo atrás dijo que la dictadura socialista cubana era una forma de “Democracia”.

Por cierto, el colegio en el que Yo estudié, el “Centenario Gómez de la Torre”, ya no existe. Hace 5 o 6 años, creo, los progres del fascismo bolivariano de un solo plumazo lo suprimieron, y en lugar de aquel, se reinventaron algo llamado “unidad educativa y algo más”, que según tengo entendido hasta jardín de infantes tiene. ¿Qué opino sobre el tema? Pues, si bien me parece un abuso más del Gobierno de la Involución Ciudadana, al mismo tiempo lo considero algo intrascendente, decisiones propias de gente anodina. Mira que revolucionar al país cambiándole de nombre a una escuela o colegio. Sin duda una forma pintoresca de reinventar el agua tibia ¡Bravo!

Ahora bien, como mencioné, la violencia no es justificable, venga de donde venga. Pero entonces, me surge una duda: ¿por qué cuando los fascistas del siglo 21 y aliados del Gobierno de la Involución Ciudadana cometen actos agresivos o abusivos no son reprimidos como ciertamente sí los son aquellos que racional o toscamente se oponen a los abusos de los sátrapas del actual gobierno? Lo digo porque recordaba ciertos hechos acontecidos años atrás, 5 o 6 años aproximadamente, cuando Rafael Correa pugnaba por la aprobación de la consulta popular que luego abrió el camino para la concreción de la Constitución De Montecristi.

En aquel entonces, Correa no tenía el control de ninguna de las otras funciones del Estado, pero en cambio, contaba con el apoyo incondicional de sus, entonces aliados, entre ellos, el grupo indigenista Pachakutic, y el Movimiento Popular Democrático (MPD), este último, tristemente célebre por su influjo nocivo e infame en el sistema educativo, y por la forma violenta de sus manifestaciones callejeras que generalmente culminaban en verdaderos actos vandálicos. En tales circunstancias, se dieron dos hechos de violencia brutal que influyeron en el triunfo del proyecto de Correa, es decir, el llamado a consulta popular; el primero fue el asalto al Tribunal Supremo Electoral perpetrado por un grupo de Alianza País, movimiento político de Correa, ferozmente acompañados por recuas brutales del MPD; que también participaron en el ataque al Tribunal de Garantías Constitucionales, y la posterior agresión a los vocales, en ese momento presentes.

Ciertamente que en esa época tiranizaba la vieja partidocracia, pero, la forma en que Correa y sus corifeos fascistas, impusieron sus consignas fueron definitivamente bárbaras y violentas. Los brutos enarbolando la consigna del “patriotismo y la lucha de los pueblos”, como no podía ser de otra manera, destrozaron propiedad privada, y recursos públicos, quebrantaron la ley, agredieron salvajemente a cualquiera que obstruyese su camino; puertas, ventanas, rejas, fueron destrozadas y aplastadas ante la infame marea deshumanizada. En ese caso específico no hubo ministro de Gobierno, ni presidente de la República que ordenase a la fuerza pública actuar protegiendo la integridad de las personas, o los bienes públicos y privados, como irónicamente si hubo, en los últimos hechos acaecidos, días atrás con los estudiantes del “Central Técnico”.

Pregunto, entonces, ¿por qué cuando las hordas incondicionales al gobierno de Correa invadieron el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal de Garantías Constitucionales e impusieron el terror en los vocales y burócratas de aquellos entes públicos, nada hizo el gobierno para impedir tales hechos brutales? La pregunta lleva implícita la respuesta. Obviamente el caso de los estudiantes del “Central Técnico”, era diferente, pues, las acciones de los “guambras machistas”, no apoyaban las decisiones de los sátrapas del fascismo bolivariano, sino, todo lo contrario. He ahí la gran diferencia, he ahí el gran mensaje: “si eres parte de Alianza País, nada es imposible, pero si no, mejor vete con cuidado; si apoyas los mandatos del fascismo bolivariano las puertas se te abren de par en par, pero si no, te jodiste”.

Los estudiantes del “Central Técnico” intentaron emplear las mismas tácticas belicosas y violentas que los miembros de Alianza País, usaron 5 años atrás, en el Tribunal Electoral, para imponer las consignas del adulado líder y querido caudillo. Pero, no les resultó, porque está claro que: “en el gobierno del socialismo del siglo 21” todos somos iguales, aunque algunos son más iguales que otros”. Recordando a Orwell y su granja de animales.

Semanas atrás, cuando alguien le recordó a Correa sus alianzas pasadas con el MPD, el querido caudillo, se defendió diciendo que no había que satanizar las alianzas políticas. ¡Genial!, cuando los garroteros sirven para imponer los mandatos del fascismo bolivariano, está más que bien; pero cuando las tácticas brutales de los garroteros son usadas, por digamos, un montón de guambras que no están de acuerdo con las decisiones abusivas de un grupo de burócratas regionalistas, pues entonces, no solo que está mal, sino que también hay que dejar caer todo el peso amoral de ley sobre esos “guambras machistas” y si se puede ir más allá, usando el terrorismo de Estado, mejor todavía, después de todo no está por demás sentar un brutal precedente, por si acaso alguien más se atreva a oponerse a los mandatos del adulado líder.

En verdad que una prensa que tiene por prioridades polemizar sobre los desayunos pelucones o populacheros del caudillo fascista es una versión caricaturesca del ideal de objetividad, investigación, y honestidad propia de un periodismo respetable. La atención desmedida y odiosa que la prensa corporativa conservadora le ha dado al caudillo católico del patentado “socialismo del siglo 21”, únicamente ha conseguido promocionar la imagen del adulado caudillo y casi polarizar la opinión pública en dos bandos, correanos y anti-correanos; los unos, representando a la “nueva partidocracia”, y los otros, ansiando virulentamente el retorno del decrépito conservadorismo tradicionalista, mejor conocida como “vieja partidocracia”. Ambos bandos vendiendo circo al pueblo ecuatoriano, e interactuando,  alternativamente, con segmentos de sociedad, como en el caso de los estudiantes del “Central Técnico” acusados de “rebelión” y sus padres, desesperados por sus hijos, hasta el punto de humillarse ante el adulado caudillo, por quien, posiblemente votaron en las últimas elecciones de febrero pasado. Una realidad típicamente ecuatoriana.

Hace algún tiempo, los sátrapas del fascismo bolivariano, vociferaban “¡no nos van a robar a Montalvo!”, en respuesta a la publicación en las páginas de los medios corporativos conservadores, de varias citas en las que el escritor ambateño, Juan Montalvo, criticaba a los tiranos, en general; una decisión abusiva, considerando, la tendencia conservadora, de dichos medios, y la formación liberal del conocido por los curuchupas del siglo XIX, como “zambo negro”. Pero, ¿acaso no fue el mismo Montalvo, el que dijo, “desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al tirano”? “¡Ah carambas es que Correa no es un tirano!”, dirán los seguidores del adulado caudillo católico. Bueno, es cuestión de opiniones. Quizá los muchachos del “Instituto Central Técnico” se tomaron muy en serio las palabras del liberal Montalvo, además que intentaron emular los actos de “rebeldía”, cometidos por los garroteros que atacaron el extinto Tribunal Electoral. Sí; los jovenzuelos que abruptamente intentaron defender el nombre característico de su colegio, olvidaron que el “zambo negro”, no es más el liberal del siglo XIX, sino un común y corriente fascista bolivariano del siglo XXI. Ciertamente.

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