jueves, 26 de abril de 2012

Escasez crónica de gas de uso doméstico.




Desde hace aproximadamente seis meses, por informes de prensa y por constatación propia, en mi ciudad, y en Ecuador, en general, viene dándose una escasez crónica de  gas de uso doméstico. Especialmente las provincias fronterizas y las que  colindan con  éstas, tienen serios problemas de abastecimiento de aquel combustible necesarísimo en los hogares ecuatorianos.

En mi caso, los dos tanques que tengo de provisión hacía rato que se habían terminado, y el que actualmente está siendo utilizado, a punto debe estar de terminarse. Para mi fortuna el día de ayer, a horas del mediodía, logré comprar los dos tanques y de esa manera aprovisionarme por un mes del patriótico gas. Afortunado de mí, porque estuve en la casa, justo el momento en que el camión repartidor apareció por el barrio. Mientras estaba en la casa haciendo quién sabe qué, escuché la bocina característica de aquellos distribuidores, y de inmediato salí a la calle a constatar su presencia, pero nada de nada. Volví a entrar molesto y decepcionado. Pero no pasaron treinta segundos cuando nuevamente el mismo ruido  llamó mi atención, enseguida volví a salir, pero nada. Mucho más molesto, volví e a entrar mandando al diablo a esta burocracia pública corrompida e incompetente incapaz de solucionar el “problema gas”. Ya parecía una escena del poema “El Cuervo” de Edgar Allan Poe.

Un minuto después, el mismo ruido, que terminó convirtiéndose en tonadilla desgraciada, por los antecedentes, se manifestó. Lo desdeñé con un par de palabras de enojo, pero enseguida escuché un sonido metálico, muy similar al de los tanques de gas al chocar contra la superficie de cemento de las aceras. Armándome de paciencia salí a la calle nuevamente. Mientras miraba para un lado y otro, noté que un par de personas, cargando trabajosamente su respectivo cilindro azulado, se perdían detrás de la esquina oriental. Me dirigí hacia allá y entonces comprobé que un grupo de personas hacían cola ante un camión repleto de tanques, vigilado por un policía de rostro indígena. Me acerqué al uniformado y le pregunté:

- Si venderán dos tanquecitos.
- Claro, – me respondió – un tanque dos tanques, pero tiene que hacer cola.

Inmediatamente, corrí a mi casa, agarré los dos tanques y regresé en el camino.

- Me salvó – le dije al gendarme, a manera de broma – estaba con los tanques vacíos – éste, permaneció mudo. 

Para entonces había una mujer de unos 25 años que esperaba recibir el tanque lleno, pero pronto aparecieron muchas más personas, que fieles a la táctica típicamente ecuatoriana, intentaron evitar la tradicional cola. Mientras esperaba ansioso e incrédulo, con la duda de si podré obtener los dos tanques, escuché la voz del  chapa, que, permaneciendo con los brazos cruzados, me decía, con voz marcial, literalmente ordenándome:

- ¡Ayúdele a la señora!

Ante el pedido del capataz, opté por ayudar a la mujer, mientras descargaba su tanque, aunque eso sí, pensaba para mí….  “y por qué  no le ayudas vos chapa desgraciado”.
     
Después de un par de peripecias intrascendentes, finalmente, conseguí los dos tanques. Agradecí sinceramente al tipo que descargaba, e incluso, al mismísimo chapa, que miraba indiferente la manera dificultosa en que llevaba el par de cilindros llenos del famoso gas.

Finalmente llegué a la casa, conforme y hasta posiblemente feliz de haber conseguido los suministros. Momentos después ya en lo frío, me puse a analizar la forma humillante en que los ecuatorianos somos tratados por los criados de esa cosa espuria que llamamos Estado, por los ”servidores públicos”, por los padrastros e hijastros de la burocracia pública, por los especuladores ladrones y por los dueños de los monopolios que imponen sus infames reglas a las grandes mayorías. Hemos llegado a tal punto de humillación que inconscientemente,  nos sentimos agradecidos por los pésimos servicios públicos que recibimos; y extendemos las gracias a gente vulgar, abusiva, inepta y hasta corrupta.

En casos como estos, no hay periodistas valientes y objetivos, ni tampoco prensa libre e independiente, pública y privada, que investigue quienes son los plutócratas que se enriquecen  millonariamente a causa de la escasez sospechosa y generalmente ficticia del gas de consumo doméstico.

Esta cultura o más bien incultura, este reflejo condicionado, no son casuales, sino, el resultado de años y años de abusos y vejaciones, de generaciones y generaciones perdidas por la estupidez y la violencia. Y ahí estamos, mes tras mes, desesperados por conseguir un bendito tanque de gas que nos permita cocinar nuestros alimentos; a la espera de que los miserables que monopolizan este servicio les dé la reverenda y maldita gana de aparecerse por nuestro barrio, para, una vez conseguido el dichoso combustible, en un gesto incomprensible, agradecerles con un “Diosolopai”. ¡Qué poca madre!

Me pregunto si el “señor presidente” y su corte de incondicionales, aduladores y serviles, sufren el mismo vía crucis que la mayoría de ecuatorianos, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, llevando su cruz azul, cargando el pecado de vivir en un sistema mafioso, donde unos, gracias al despilfarro de las arcas públicas comen abundantemente sabroso, mientras otros, ni rico ni sabroso, pues ni siquiera pueden cocinar, debido a la ausencia del patriótico gas.
                      

2 comentarios:

  1. Este comentario me sirve también para tu post de sinsazones, no se puede generar una concepción clara de las soluciones que propone el gobierno sobre este y otros temas si no tienes a mano la información, ya que la prensa no lo publica.
    Hay soluciones sobre los diques necesarios para las inundaciones como el de Chone, sobre los cambios en salud y la reducción del impacto del dengue, así como soluciones sobre el contrabando de combustibles que solo y exclusivamente las verás en los enlaces del sábado porque de lunes a viernes esas noticias no existen en los canales tradicionales.
    Solo en el caso de las fronteras el gobierno está comprando las gasolineras y algunas distribuidoras de gas para que estas, al estar bajo control del Estado sean menos cómplices o autoras del delito de contrabando, solo por citar un ejemplo.

    ResponderEliminar