domingo, 29 de abril de 2012

Una mariposa polilla y el ciclo natural.


Fue el miércoles anterior, me parece, o quizá el jueves, no estoy muy seguro, para los fines del comentario carece de importancia el día en particular. Me había levantado e iba con rumbo a la cocina; de repente, en el suelo, junto a la pared, camuflándose entre las rayas rosáceas y grises de las baldosas noté un elemento que parecía no combinar con el estatismo del piso; me acerqué y miré con más atención y entonces con algo de sorpresa, constaté se trataba de una singular mariposa.

De un tamaño no muy común, el insecto, se mantenía inmóvil, aparentemente calentándose con los rayos del sol mañero – aunque debo afirmar que, esa, es solo mi impresión­ – indiferente a lo que sucedía por encima de ella. Con cuidado la tomé por las puntas de sus alas y lentamente las junté sin lastimarla,  de manera que al intentar moverse no sufriera daño. En efecto, al tomarla por las alas, el animal apenas podía moverse a través de  sus pequeñas patas. De inmediato caminé unos cuantos metros y la coloqué en un lugar donde nadie pudiera molestarla, o accidentalmente pisarla. En un pequeño corredor apenas accesible, sobre el extremo plano de una barra.

La mariposa aceptó sosegadamente su nuevo rincón de solaz, sin realizar apenas movimiento. No soy un experto en mariposas pero por su color y forma, me pareció una polilla; sin embargo, debo reconocer nunca había visto una de esa envergadura. De ahí que, se me ocurrió filmarla como evidencia de su presencia en la casa.

Luego de que el insecto posó generosamente ante el lente de la cámara, la dejé en aquel lugar. Por la tarde, mientras cruzaba por ese sitio, recordé a la mariposa y decidí chequear si había decidido mantenerse en el mismo lugar o había tomado vuelo a nuevos ambientes. En el lugar donde se encontraba ya no estaba. Pero pronto la encontré, por lo menos lo que quedaba de ella. A unos cuantos centímetros se encontraba el cuerpo del insecto, salpicado en buena parte, por una moderada cantidad de hormigas. Desde mi puesto de observación  pude notar que la mariposa parecía conservar algún residuo de vida, por lo que decidí tomar su cuerpo y llevarla a otro lugar. La posibilidad de ser devorada en vida resultaba demasiado desagradable. Un montón de arena cubierto con plástico, restos de una construcción terminada, fue el mausoleo improvisado para los últimos minutos de aquel viejo y enorme, considerando su condición de mariposa, insecto. 
     
Al día siguiente, mientras cruzaba por aquel lugar de la casa, recordé a la vieja polilla, y como intentando constatar algo que por indicios ya concluía, levanté el plástico negro. Ahí estaba el cuerpo sin vida de lo que fue una mariposa, sirviendo de pasto a numerosas hormigas que esforzada y uniformemente se movían cosechando lo que la naturaleza les ofrecía, simplemente para subsistir. Bajé el plástico y dejé que el ciclo natural en su dinámica continuase inalterable. Entonces, divagué en lo efímero y frágil de la vida, una vez más. La muerte de unos significa la sobrevivencia de otros. La desgracia y felicidad de unos representa la desgracia y felicidad de otros. La realidad de los insectos parecería compararse  a la realidad de los humanos y sus sociedades. El  mundo, la vida, el orden, el universo, la dinámica y sus leyes, son tan intrigantes. Así es la efímera existencia  y su ciclo inalterable.  
      

jueves, 26 de abril de 2012

Escasez crónica de gas de uso doméstico.




Desde hace aproximadamente seis meses, por informes de prensa y por constatación propia, en mi ciudad, y en Ecuador, en general, viene dándose una escasez crónica de  gas de uso doméstico. Especialmente las provincias fronterizas y las que  colindan con  éstas, tienen serios problemas de abastecimiento de aquel combustible necesarísimo en los hogares ecuatorianos.

En mi caso, los dos tanques que tengo de provisión hacía rato que se habían terminado, y el que actualmente está siendo utilizado, a punto debe estar de terminarse. Para mi fortuna el día de ayer, a horas del mediodía, logré comprar los dos tanques y de esa manera aprovisionarme por un mes del patriótico gas. Afortunado de mí, porque estuve en la casa, justo el momento en que el camión repartidor apareció por el barrio. Mientras estaba en la casa haciendo quién sabe qué, escuché la bocina característica de aquellos distribuidores, y de inmediato salí a la calle a constatar su presencia, pero nada de nada. Volví a entrar molesto y decepcionado. Pero no pasaron treinta segundos cuando nuevamente el mismo ruido  llamó mi atención, enseguida volví a salir, pero nada. Mucho más molesto, volví e a entrar mandando al diablo a esta burocracia pública corrompida e incompetente incapaz de solucionar el “problema gas”. Ya parecía una escena del poema “El Cuervo” de Edgar Allan Poe.

Un minuto después, el mismo ruido, que terminó convirtiéndose en tonadilla desgraciada, por los antecedentes, se manifestó. Lo desdeñé con un par de palabras de enojo, pero enseguida escuché un sonido metálico, muy similar al de los tanques de gas al chocar contra la superficie de cemento de las aceras. Armándome de paciencia salí a la calle nuevamente. Mientras miraba para un lado y otro, noté que un par de personas, cargando trabajosamente su respectivo cilindro azulado, se perdían detrás de la esquina oriental. Me dirigí hacia allá y entonces comprobé que un grupo de personas hacían cola ante un camión repleto de tanques, vigilado por un policía de rostro indígena. Me acerqué al uniformado y le pregunté:

- Si venderán dos tanquecitos.
- Claro, – me respondió – un tanque dos tanques, pero tiene que hacer cola.

Inmediatamente, corrí a mi casa, agarré los dos tanques y regresé en el camino.

- Me salvó – le dije al gendarme, a manera de broma – estaba con los tanques vacíos – éste, permaneció mudo. 

Para entonces había una mujer de unos 25 años que esperaba recibir el tanque lleno, pero pronto aparecieron muchas más personas, que fieles a la táctica típicamente ecuatoriana, intentaron evitar la tradicional cola. Mientras esperaba ansioso e incrédulo, con la duda de si podré obtener los dos tanques, escuché la voz del  chapa, que, permaneciendo con los brazos cruzados, me decía, con voz marcial, literalmente ordenándome:

- ¡Ayúdele a la señora!

Ante el pedido del capataz, opté por ayudar a la mujer, mientras descargaba su tanque, aunque eso sí, pensaba para mí….  “y por qué  no le ayudas vos chapa desgraciado”.
     
Después de un par de peripecias intrascendentes, finalmente, conseguí los dos tanques. Agradecí sinceramente al tipo que descargaba, e incluso, al mismísimo chapa, que miraba indiferente la manera dificultosa en que llevaba el par de cilindros llenos del famoso gas.

Finalmente llegué a la casa, conforme y hasta posiblemente feliz de haber conseguido los suministros. Momentos después ya en lo frío, me puse a analizar la forma humillante en que los ecuatorianos somos tratados por los criados de esa cosa espuria que llamamos Estado, por los ”servidores públicos”, por los padrastros e hijastros de la burocracia pública, por los especuladores ladrones y por los dueños de los monopolios que imponen sus infames reglas a las grandes mayorías. Hemos llegado a tal punto de humillación que inconscientemente,  nos sentimos agradecidos por los pésimos servicios públicos que recibimos; y extendemos las gracias a gente vulgar, abusiva, inepta y hasta corrupta.

En casos como estos, no hay periodistas valientes y objetivos, ni tampoco prensa libre e independiente, pública y privada, que investigue quienes son los plutócratas que se enriquecen  millonariamente a causa de la escasez sospechosa y generalmente ficticia del gas de consumo doméstico.

Esta cultura o más bien incultura, este reflejo condicionado, no son casuales, sino, el resultado de años y años de abusos y vejaciones, de generaciones y generaciones perdidas por la estupidez y la violencia. Y ahí estamos, mes tras mes, desesperados por conseguir un bendito tanque de gas que nos permita cocinar nuestros alimentos; a la espera de que los miserables que monopolizan este servicio les dé la reverenda y maldita gana de aparecerse por nuestro barrio, para, una vez conseguido el dichoso combustible, en un gesto incomprensible, agradecerles con un “Diosolopai”. ¡Qué poca madre!

Me pregunto si el “señor presidente” y su corte de incondicionales, aduladores y serviles, sufren el mismo vía crucis que la mayoría de ecuatorianos, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, llevando su cruz azul, cargando el pecado de vivir en un sistema mafioso, donde unos, gracias al despilfarro de las arcas públicas comen abundantemente sabroso, mientras otros, ni rico ni sabroso, pues ni siquiera pueden cocinar, debido a la ausencia del patriótico gas.
                      

martes, 24 de abril de 2012

Masones, Eloy Alfaro, y el socialista del siglo XXI Rafael Correa.


¿Cuál es el origen de la masonería ecuatoriana? Pero antes que nada, ¿qué es la masonería?  En términos generales se llama, Masonería, a ciertas organizaciones específicas, conformadas por personas, que profesan principios de fraternidad mutua, usan emblemas y simbologías esotéricas, ocultas para los comunes, desarrollan ritos y parafernalias especiales y se congregan en grupos denominados logias.

Hay quienes consideran que los orígenes de la Masonería se remonten a los tiempos del Rey Salomón, de ahí que simpatizantes y detractores la vinculen con los judíos. No pocos consideran que la Masonería surgió como una entidad secreta de individuos cansados de la persecución brutal y  el poder absolutista y terrorista de la Iglesia Católica durante el oscurantismo de la edad media. Hay otros, que satanizan los orígenes de la organización y la vinculan con intereses sectarios de determinadas élites, ansiosas por implantar un orden mundial totalitario. Teorías van y vienen, algunas ciertamente sospechosas.

En esta suerte de dudas, incertidumbres, misterios y confabulaciones, históricas, sin embargo, aparecen dos entes, cuya existencia y enfrentamiento resultan  indudables: La Iglesia Católica Internacional, o más específicamente El Vaticano, y la Francmasonería.

Quiero señalar que la intención del post no es incursionar en las animadversiones que existieron y existen entre ambas instituciones; lo mencionado en los párrafos anteriores es un simple antecedente que pretende evidenciar las contradicciones, demagogias y falsedades de ciertos políticos, para quienes todo se vale cuando de manipular a la sociedad se refiere.

El Ecuador, es un país, desde el punto de vista histórico, extremadamente joven, apenas surgió en 1830. ¿Cuáles fueron las verdaderas intenciones de quienes se agruparon en torno a la formación del Ecuador? Difícil y polémico, afirmar; sin embargo, el hecho de haber colocado como primer presidente de la República ecuatoriana al mercenario venezolano Juan José Flores, un arribista analfabeto, deja muy mal parados a los patriotas de aquella época. Sea como fuere el Ecuador nació, y con éste, bajo una serie de principios reales y ficticios, de verdades y supuestos, de imposiciones y voluntades, nacimos los ecuatorianos. En estas circunstancias, un grupo de criollos y chapetones, un segmento económicamente opulento, no precisamente muy tolerante pero sí extremadamente conservador, vinculado directamente con la Iglesia Católica que España nos heredó luego del holocausto de la conquista, literalmente se apropió del País e impuso sus muy particulares y sui géneris reglas; es decir, instauró un sistema donde solamente los miembros de aquel grupo de conservadores ortodoxos, conjuntamente con sus aliados, los religiosos católicos, pudieron prosperar. Como es lógico, dada la injusticia del sistema, la oposición a este orden infame no se hizo esperar en quienes, veían afectados sus intereses; porque al final en este mundo todos son intereses, pues los hay de los buenos y universales, como, obviamente, de los malos y sectarios.

Dada la política violenta y terrorista del conservadurismo de mediados y finales del siglo XIX,  surgen las ideas liberales en las mentes de algunos ecuatorianos  –importadas sobre todo desde Francia, Inglaterra e Incluso los Estados Unidos – cansados del monopolio político, económico y financiero del conservadurismo católico tradicionalista. Y es ahí, en mi opinión donde surge: La Masonería Ecuatoriana.

Pues bien, a pesar del secreto que envolvía al misterioso y satanizado “masón”, nombres y apellidos se colaban por doquier; y es así que, pronto se llegó a conocer que uno de los líderes del partido opositor al Conservadurismo, – grupo político que popularmente se llegó a conocer como “Liberal” –  era el manaba Eloy Alfaro Delgado.  Ahora bien, hay que aclarar – muy necesario – que el hecho de que esa organización política haya sido bautizada como “Partido Liberal”, no significa que necesariamente haya estado conformada por liberales, por individuos que tuviesen claro lo que realmente significa el Liberalismo Filosófico. Hay que ubicarse en el momento histórico. De hecho nombres ignominiosos como los de José Urbina e Ignacio de  Veintimilla, aparecen como miembros del partido liberal; además, está la criminal participación, hipócrita y mojigata, del “liberal” Leonidas Plaza Gutiérrez en la masacre de Eloy Alfaro y sus lugartenientes.  Por lo mismo etiquetar de “liberales” socialista y licenciosamente a todos quienes decían oponerse al poder del Partido Conservador lo considero un aspecto repudiable, polémico y cuestionable, pues, en mi criterio más que “liberales”, la gran mayoría eran política, religiosa, y culturalmente conservadores moderados, y algunos que otros laicos anticlericales. Aunque justo reconocer honrosas excepciones, como el caso de Juan Montalvo y posiblemente José Peralta, entre otros, verdaderos liberales.

Efectivamente, en el Ecuador de finales del siglo XIX y principios del XX existía una organización masónica. Y sí, en efecto, Eloy Alfaro Delgado, uno de los líderes de lo que se llamó “Partido Liberal” era un masón.

La relación directa de Alfaro con el “movimiento masón” es importante, porque explica la animadversión que los líderes conservadores y los jefes clericales católicos de la época tenían contra el caudillo manabita. Además permite entender, por qué la muchedumbre virulenta, constituida por la soldadesca gubernamental,  guarichas – nombre que se dio a las esposas o amantes de los mercenarios de los ejércitos conservadores o “liberales” no alfaristas – y prostitutas curuchupas, detestaban el nombre de “masón”, y obviamente odiaban infernalmente a su figura protagónica: Eloy Alfaro Delgado. Y explica por qué aún hoy, en el siglo XXI, existen curuchupas fascistas etiquetados  de revolucionarios socialistas, e incluso de “alfaristas”; que satanizan el concepto de “masón”, y pretenden inculcar, inflamar y explotar odios enfermizos y ancestrales en las mentes de las muchedumbres. Paradójicamente quienes se benefician de la figura del popular y polémico “Viejo Luchador”, demonizan una de sus particulares características, aquella que lo volvió aún más detestable ante el curuchupismo que festejó la brutal quemazón del Ejido.

 Si me lo preguntan, dudo mucho que haya masonería en el sentido idealista en el Ecuador. Pero no por eso, se puede soslayar  el cinismo de gente como Rafael Correa, político formado – desde su niñez hasta su adultez –  en instituciones religiosas católicas,  cuando redunda en adulos a favor del masón Eloy Alfaro, y al mismo tiempo sataniza aquel mismo concepto, cuando dirige sus cóleras en contra de uno de sus rivales políticos, atacándolo de “masón”. ¡Qué paradoja!... o más bien… ¡Cuánta sinvergüencería!   

  

viernes, 20 de abril de 2012

Internet y Libertad de Expresión.


Diez o quince años atrás, recuerdo, divagaba, respecto del monopolio que existía en los medios de comunicación  corporativos del Ecuador, en cuanto al acceso a dichos canales de información. Todos los días observaba, bueno es una forma de decir, más específicamente, constataba como los mismos actores políticos, “analistas”, “politólogos”, sociólogos, y etiquetados “patriotas” desfilaban en los platós de entrevistas de los programas de noticias en la televisión, en las cabinas de las radios, o a través de sus comentarios escritos en los periódicos de tinte conservador o socialista. Hoy quince o diez años después la situación no ha cambiado mayormente, salvo quizá por la presencia de los llamados “medios públicos”, entes nacidos o quizá más bien abortados a raíz de la incautación de los medios de comunicación vinculados con la banca corrupta que en contubernio con el sistema político mafiosos estafó escandalosamente al Ecuador a finales del siglo XX. Cabe mencionar que la realidad a demostrado que los medios incautados, de públicos, solo tienen el nombre, pues, en la práctica se han constituido en voceros oficiales del Gobierno de turno en el poder, es decir medios o pasquines gubernamentales, aspecto que por otro lado no debería sorprender, pues, que otra cosa se podía esperar si consideramos la calidad paupérrima de la burocracia pública y los antecedentes nefastos del político profesional ecuatoriano.

Diez o quince años después, es fácilmente comprobable que las cosas no han cambiado. Los medios corporativos, ora públicos, ora privados, en su mayoría, vinculados  por diferentes tipos de intereses, continúan desarrollando sus propias agendas. Obviamente las noticias de crónica delincuencial son presentadas con la crudeza que exige cierto sector del mercado  de consumidores, pero temas trascendentales, como por ejemplo,  asuntos estructurales, problemas profundos, debates que generen conciencia social simplemente están prohibidos en aquellos medios, ora porque a la muchedumbre le resulta aburrido escuchar sobre esos temas,, ora porque a los amigos de los dueños de aquellas empresas de comunicación no les conviene que se discuta sobre temas tan importantes.

En alguna oportunidad, tiempo atrás consideré la posibilidad de solicitar un espacio de tiempo en uno de esos los medios tradicionales, el que en aquellos tiempos me pareció menos parcializado, sin embargo, descarté esa posibilidad, pues,  me parecía ofensivo que una persona casi que ruegue por la posibilidad de expresar una idea, una opinión, o una precepción  perfectamente verificable a través de la realidad palpable. Cuestioné la condición de árbitros divinos que ciertos divos de la televisión llegaron a adquirir. Rechacé el maltrato que recibían algunos entrevistados de parte de simples locutores etiquetados “dueños de su verdad”.

Y es que, en aquellas épocas, diez o quince años atrás, yo realmente reía en la existía de el periodismo honesto que luchaba contra las fuerzas violentas de la corrupción. Pensaba inocentemente en medios que, como  apóstoles de la Libertad de expresión y la Verdad día a día nos informaban con verosimilitud y honradez. ¡Qué equivocado estaba! Hace unos cuantos años atrás,  ocho o nueve, me di cuenta que la prensa libre e independiente no existe. Lo que sí  existe es el  negocio de la comunicación. Las empresas corporativas de los medios, que ofrecen entretenimiento variopinto, y entre esos productos, se encuentra el segmento de noticias y entrevistas. Es lógico suponer que tratándose de un negocio, la rentabilidad sea factor primordial en los objetivos de esos medios; si no hay utilidad la empresa quiebra. Aquella caracteriza destroza completamente el concepto de libre e independiente de cualquier medio corporativo de información. Sin embargo, a pesar de ese limitante, la posibilidad de que una empresa de comunicación trabaje éticamente no es absolutamente descartable, pero tampoco una constante, de hecho, más bien una excepción. La línea editorial de un medio corporativo está íntimamente relacionada con la calidad moral de los accionistas de dicha empresa.

De ahí que, resulta ingenuo que algunas personas consideren a los medios corporativos públicos, gubernamentales, religiosos, mixtos, privados, etc., íconos de la Libertad de expresión.  El acceso restringido e incluso que los ciudadanos tienen a esos medios los delata y denuncia. Ha sucedido en el pasado, sucede en el presente y ocurrirá en el futuro. De manera que expresiones rimbombantes como “democratización” o “socialización” de los medios corporativos resulta necio y tramposo, por no incurrir en términos más fuertes pero no menos justos.

La verdadera libertad de expresión pasa por el derecho de cada individuo a decir lo que su libre y espontánea conciencia le plantea, y a hacerlo sin restricciones de ningún tipo; responsabilizándose por cada palabra, frase e idea.  Ciertamente que, tal condición libérrima resulta imposible de desarrollar, a través de los medios tradicionales, no solo por la censura imperante, sino por las limitaciones mismas, propias de la naturaleza y condiciones físicas y materiales de éstos. Pero, esas restricciones de tiempo, espacio, etc., se fueron al diablo el momento que se creó: El Internet.

El Internet se ha constituido en la herramienta ícono de la Libertad de expresión. Porque a través del acceso al espacio virtual, todas, absolutamente todas las personas del mundo pueden expresarse libremente, bueno tan libremente como sus complejos y prejuicios se los permitan, amén de los países donde los pueblos son tiranizados por ruines carniceros disfrazados de epónimos caudillos.

Gracias al Internet, los ciudadanos ya no tenemos que golpear los portones de los medios ortodoxos conservadores, o socialistas del siglo 21; pues, perfectamente podemos acceder a un blog gratuito o alquilar por una módica cantidad de dinero una página web desde donde comunicarnos, no únicamente con los coterráneos de nuestro país sino con todo el mundo. Si esa no es una manifestación de verdadera libertad, entonces, no sé qué lo sea. Que existen limitaciones de acuerdo, muchas de ellas, creadas por quienes le temen a la Libertad, cierto; pero aún, así el Internet se ha consolidado como la mejor herramienta, si no la única, para ejercer el noble ejercicio de expresarte libremente.