El otro día
le escuchaba a un candidato conservador a la presidencia de la República decir
que, él, no estaba de acuerdo con el asilo humanitario que el Estado
Ecuatoriano le extendió al cibernauta australiano Julian Assange. Entre otras
excusas argumentaba tácitamente que Assange era una delincuente virtual y que
dadas las particularidades que englobaban el caso del polémico “mensajero”, no
ameritaba ni justificaba crearle problemas al Ecuador.
Personalmente
creo que el Estado Ecuatoriano hizo lo correcto al aceptar el pedido de ayuda
solicitada por Assange. Resultaba evidente que a raíz de la publicación de los
tristemente célebres datos, filtrados por el soldado estadounidense Bradley
Manning a los dueños de la página “Wilikeaks”, cuya cabeza visible es Assange,
los derechos humanos del cibernauta estaban siendo violentados. Obviamente que
los motivos que impulsaron a Rafael Correa y los progres del fascismo
bolivariano a ofrecer el asilo son completamente ajenos a la solidaridad y
protección humanitaria que cualquier Estado que se precie de respetar los
Derechos Humanos le deben a cualquier persona o grupo de personas en estado de
indefensión; mas, en el caso de Correa y sus progres, la decisión tiene más que
ver con la intención de ganar protagonismo político a nivel nacional e
internacional; es decir, la decisión fue básicamente política, en su faceta más
pueril y demagógica. Tan cierto es el asunto que si mañana el asilo de Assange
perjudica a Rafael Correa y sus corifeos, en los niveles de aceptación popular,
pueden estar seguros que inmediatamente se le pedirá al australiano que coja
sus maletas y se largue de la Embajada ecuatoriana en Londres, so pena de ser
echado a la fuerza, en caso de no hacerlo. Aunque no creo que eso suceda, pues,
la decisión le ha generado muchas simpatías al Gobierno de la Involución
Ciudadana, tanto dentro como fuera del País.
El caso
Assange es una muestra palmaria del espíritu que predomina en el planeta. La
verdad está subordinada a los intereses cicateros de los grupos de poder. Pero,
sobre todo, el trabajo de quienes laboran en Wikileaks, sin ser óptimo, ni
tampoco un ideal, es sin embargo, dadas las realidades incuestionables, un
contundente golpe moral a todos los medios corporativos y a los negocios de la
comunicación, que, teniendo la obligación ética de investigar e informar al
Pueblo de sus respectivos países, con veracidad, honestidad y valentía,
sencillamente, o no lo hacen, o lo hacen a medias, o subordinan a intereses de
grupo los intereses generales, o encubren la verdad mientras ofrecen las
mentiras oficiales.
Menciono
este tema porque, el día de ayer, martes 12 de febrero del 2013, a través de
internet me enteré sobre la denuncia que una página web anónima, que respondería
al nombre de “Bananaleaks”, habría hecho, en el sentido de que el caudillo del
Gobierno de la Involución Ciudadana, Rafael Correa tendría cuentas privadas
millonarias en Suiza. Al conocer la denuncia empecé a buscar información sobre
el tema. Lo primero que constaté fue que, la mencionada web, no aparecía por
ningún lado, y lo segundo, que varios medios corporativos conservadores
ecuatorianos, obviamente en sus versiones virtuales, señalaban aquella denuncia
como si tratase de una primicia, o de una noticia digna de respetable
credibilidad. Los medios corporativos, luego de supuestamente transcribir la
denuncia que habría estado pegada en “Bananaleaks”, declarada web anónima,
denunciaban que ésta, supuestamente habría sido “hackeada”, es decir, censurada
a través de medios virtualmente violentos.
Ahora bien,
este tema me llamó la atención por la gran cantidad de connotaciones que se
derivan tanto de la denuncia, de las condiciones del medio que hace la imputación,
de la respuesta inmediata de Rafael Correa y sus serviles cortesanos a la denuncia,
pero también, de la sospechosa e increíble credibilidad y atención que un grupo
de medio de comunicación corporativos le prestaron a dichas informaciones.
Analicemos.
Comencemos
diciendo que “Bananaleaks”, si es que realmente existió, se trató de una
parodia del sitio “Wikileaks”. Luego digamos que “Bananaleaks” de acuerdo con
los medios corporativos que citaron las denuncias, es, o era, una página
anónima, que presentó la denuncia no demostrada de que Rafael Correa tenía
cuentas millonarias en Suiza; por lo mismo, al presentar una denuncia sin las
pruebas o evidencias, que exigía la propia denuncia, tal medio anónimo, termina,
o terminaba, convirtiéndose en un vulgar libelo injuriador, es decir, un
virtual pasquín, como demasiados abundan en el basural de internet. Lo cual me
lleva a cuestionar, dadas las características de “Bananaleaks”: ¿cómo es
posible que medios de comunicación, con una vida histórica larga y amplia, se
hayan atrevido a incluir en sus páginas las versiones no comprobadas de una simple
página de internet anónima? ¿Dónde queda la ética periodística? ¿Importa la
histórica reputación? ¿Interesa tener a un pueblo correcta y verazmente
informado, o solo importa promocionar el escándalo, independientemente de que
tal, sea cierto o falso?
Sean cuales
fueren las intenciones y las calidades de las denuncias de la página anónima
“Bananaleaks”, el papel de la prensa corporativa, que prestó oídos a una
denuncia anónima y no comprobada, es poco menos que bochornoso. Lo digo, porque
si la denuncia es cierta, es decir, si Correa, en efecto tiene cuentas
millonarias ocultas en Suiza, cabría preguntar, ¿dónde estuvo la sagacidad,
coraje e indagación, de la que tanto suelen jactarse los medios corporativos
“libres e independientes”?; ¿acaso una simple web anónima pudo hacer lo que la
prensa corporativa no consiguió en varios años de peleas vergonzosas con el
fascismo bolivariano? Pero, y que tal, si la información es falsa como parece
en efecto ser. ¿Cómo queda la prensa corporativa “libre e independiente”?
Ciertamente muy mal, aunque daría la impresión que poco o nada les importa la
imagen que dan a la ciudadanía ecuatoriana, fundamentalmente al segmento
respetable y honrado.
Por otro
lado, la respuesta de Rafael Correa y sus serviles áulicos a la denuncia de “Bananaleaks”,
es por demás patética y ridícula, pero extremadamente expresiva y
comprometedora. ¿Por qué lo digo? Fundamentalmente por las declaraciones de
Correa cuando amenaza o más bien promete, como en otras oportunidades ya lo ha
hecho, que, si se demuestra que tiene cuentas en Suiza, presentará su renuncia
a la Presidencia. Recuerdan el escándalo brutal de Angostura, o el relajo de
los contratos millonarios de Fabricio Correa, y algunos episodios deshonrosos
más, en los que Correa religiosamente prometió renunciar si se demostraba sus
vínculos con aquellos oprobiosos escándalos; pues bien, luego del bochinche, la
rabieta y el despelote del momento, al final, ni investigación seria, ni
renuncia, ni nada. Lo cual lleva a concluir que la amenaza de renuncia es
simple estratagema para imputarse supuesta inocencia.
Ahora bien,
Correa y sus corifeos, fieles a sus tácticas manipuladoras, en el caso de la
denuncia de “Bananaleaks”, pecan sin embargo, de necios, porque, le dan crédito
a una denuncia de un medio anónimo, pero sobre todo que no incluye datos
irrefutables. Y al darle importancia a tal denuncia abren una espiral de
sospechas que exigen el desarrollo de una investigación seria realizada por
personas completamente desvinculadas al fascismo bolivariano del siglo 21.
Correa según fuentes periodísticas tacha de “calumnia” a la denuncia, y señala
que: “si se demuestra que tengo cuentas
en Suiza, presentaré la renuncia a la Presidencia”. Pero, y qué me dicen de
Liechtenstein, Andorra, el Caribe, o Panamá. La declaración de Correa es
patética. “si me demuestran que tengo”, pero solo, “en Suiza”, entonces, si
“renuncio a la Presidencia”. Correa debería tener en claro que si se le
comprueba la posesión de cuentas millonarias en el exterior, su renuncia no
será necesaria: ¡se va, porque se va!
Pero, es que
hay tanta necedad y narcisismo en la promesa de Correa. El propio caudillo
bolivariano con su proposición plantea la posibilidad de que exista algo
espurio, aunque no necesariamente en Suiza.
Un presidente honrado e inteligente ni siquiera le habría prestado
atención a la denuncia falsa de un medio anónimo; y más bien habría cuestionado
las razones por las cuales medios de comunicación supuestamente serios se
habían hecho eco de tales infamantes libelos. Pero, Correa, en cambio, no solo
que se presenta a refutar las denuncias de “Bananaleaks” sino que además
recurre a sus ya típicas estratagemas como la de la intrigante renuncia, que
por cierto jamás llegará.
Lo cierto es
que la respuesta disparatada de Rafael Correa y sus corifeos más que desdeñar
la denuncia de supuestas cuentas en el exterior, lo que hace más bien es
generar reservas y cuestionamientos. Incluso, abre la posibilidad de que
efectivamente, “Bananaleaks” no se haya autocensurado, y que su desaparición de
internet se deba a la brutalidad hacker, instigada por los progres del
fascismo bolivariano.
Hay quienes
dicen que ningún político roba o hurta con documento previamente suscrito en
notaria, sin embargo, muy cierto es aquel adagio que dice que: no hay delito
perfecto. El politicastro delincuente por muy astuto, vividor y contumaz que sea,
siempre deja un rastro a seguir. El verdadero problema radica en los entes
públicos y más específicamente en los funcionarios de control y fiscalización
que debiendo hacer sus trabajo no lo hacen. ¿Qué ha hecho el Gobierno de la
Involución Ciudadana para moralizar los entes de control y fiscalización? Alguien
diría que nada, pues no es así, lo que hizo es inventarse el burocrático “Consejo
de Participación Ciudadana y Control Social”, a través del cual, la nueva
partidocracia, impone a los funcionarios que dirigirán los organismos públicos
de Control y Fiscalización.
De manera
que la denuncia de la intrigante “Bananaleaks”, indiferentemente de su falsedad
o veracidad terminará siendo, ora un simple y banal bullicio intrascendente,
ora una repugnante mancha más en la pared de la historia ecuatoriana.