El racismo
es ciertamente una manifestación de supina estupidez; y es que hay ser
fanáticamente bruto, para menospreciar a las personas por su color de piel,
etnia, origen, natividad, o cultura. Una forma torpe de racismo es el regionalismo,
uno de los más ingratos vicios que afecta a un segmento de la sociedad
ecuatoriana. Costeños que culpan, menosprecian, excluyen e injurian a serranos
y viceversa, únicamente por haber nacido, unos, en las orillas del océano
Pacífico, otros, en las alturas de la cordillera de los Andes. Este infortunado
complejo lamentablemente ha sido una de las razones por las cuales el Ecuador
no ha podido desarrollarse y crecer con la celeridad y constancia que los
tiempos y la dignidad humana exigen. Siendo la clase política, uno de los
sectores donde más se manifiestan los folclorismo vulgares y brutales de una
sociedad, fácilmente encontramos en este ambiente al regionalismo, como una
conducta común propia de aquellos demagogos y patrioteros. Así tenemos casos de
partidos políticos serranos, y costeños, cada uno, fuerte en su respectiva zona
natal. Pero, el prejuicio regionalista se vuelve mucho más ostensible cuando
chequeamos la procedencia del presidente o dictador constitucional de turno en
el poder, y comparamos dicha índole con los orígenes nativos de los miembros de
su gabinete, en cuyo caso se va a encontrar la nada sorprendente certeza, de
que, éstos, son compadres, comadres, padrinos y ahijados de la misma zona
geográfica; es decir, cuando presidente serrano, mayoría de ministros y
sátrapas serranos; y cuando presidente costeño, mayoría de ministros y asesores
costeños. Un aspecto que se debe considerar es que en el ejercicio del poder
público, los ministros, no son necesariamente, los hombres o mujeres que le
siguen en poder al Presidente, sino, ciertos asesores que forman parte de un
círculo íntimo y cerrado de poder, que realmente es el que cogobierna con el
Presidente; y en ocasiones son el verdadero poder, siendo el presidente un mero
burócrata que se limita a cumplir las órdenes de esa pequeña jorga
maquiavélica.
Ciertamente
hay indicios que demuestran que Rafael Correa es un clandestino regionalista, es
decir, un regionalista que se esconde detrás de una falsa máscara de cosmopolita.
Basta comprobar que la gran mayoría de sus colaboradores más cercanos son costeños,
al igual que Correa. Si bien es cierto que, en el gobierno de la Involución Ciudadana
hay muchos serranos, sin embargo, claramente se nota que, éstos, ocupan peldaños
secundarios en la estructura de poder del gobierno y del propio partido
“Alianza País”. Aquella particularidad es muy evidente en su círculo más
cercano; así tenemos, a los socialistas bolivarianos los hermanos Patiño, los
hermanos Alvarado y al socialcristiano Alexis Mera, coincidentemente
originarios de la misma zona geográfica que Rafael Correa.
Sin embargo,
jugando al papel de abogado del diablo, se podría vagabundear mentalmente
señalando que no se puede nominar a Correa como un desquiciado regionalista, no
porque no existan pruebas fehacientes de tal condición, sino porque, tal
cuestión amerita, ora confesión expresa, ora documento debidamente protocolizado
ante notario público, mas, dado que Correa nunca formalizará tal condición a
través de instrumento jurídico, sino más bien, la negará con su locuacidad
aberrante, no queda sino, atenernos a las evidencias. Pero, existe otro posible
motivo por el cual Correa podría librarse de la mácula de “regionalista”; y este
tiene que ver con la notoria indigencia moral de los miembros del partido
político “Alianza País”. La presencia de aquel círculo íntimo de individuos,
nativos de la misma región de donde proviene Correa, podría estar sustentada
por la poca o ninguna confianza que el Príncipe de los burócratas públicos
tiene en los serviles socialistas bolivarianos. Aunque, alguien razonablemente
suspicaz no podría descartar ambas opciones, y haría bien en no hacerlo, pues,
razones para tal juicio abundan.
Hay, además,
un hecho que demostraría que ese infame prejuicio podría ser incluso de orden
familiar. Si bien es cierto que cada persona es responsable de sus palabras, y
no es justo imputar las estupideces de un bobo a su hermano o cualquier otro
pariente; sin embargo, si analizas todo el contexto de hechos, te das cuenta
que en realidad no se trata de un exabrupto, sino de una incultura adquirida o
heredada, definitivamente despreciable,
y de una tendencia generalizada, dirigida a menospreciar lo que seguramente se
admira. Ahí está el caso del rimbombante y pintoresco Fabricio Correa, el
hermano, disque opositor, del Rafael. Durante el desarrollo de una tertulia en
un medio televisivo, el disque chistoso Fabricio, el hombre de las empresas
panameñas y los contratos multimillonarios con el Estado Ecuatoriano, se
explaya redundantemente, explotando a raudales sus prejuicios y complejos regionalistas. Si
consideramos que Fabricio es el hermano mayor de Rafael, y por ende, una
referencia en su infancia y juventud, el dislate racista de Fabricio se
convierte en un indicio determinante, que explicaría, entre otras razones, el
por qué la tendencia de Rafael Correa a rodearse de asesores, “no serranos, ni
orientales”.
Otro aspecto
muy distintivo de este Gobierno y de su líder locuaz, que fácilmente podría calificarse
como sectario, es el origen universitario de la mayoría de miembros de su
gabinete y su segmento de colaboradores de confianza; así tenemos que la
Universidad Católica, con sus diferentes ramificaciones, es la principal fuente
de la que Correa se provee al momento de reclutar el personal directivo de su
gobierno. No hay que olvidar que, Correa mismo, es el resultado de la educación
católica, pues en principio, pasó por las aulas católicas lasallanas, ora
primaria, ora secundaria, para posteriormente continuar sus estudios en la
Universidad Católica Santiago de Guayaquil, y finalmente, confirmando su predilección
por dichas instituciones, propiedad de la Curia Católica, especializándose en
quién sabe qué, en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica.
Obviamente
Correa como Presidente está en su derecho de elegir los funcionarios con
quienes va a desarrollar su gestión; pero, no deja de perturbar el hecho cierto
de su atención y preferencia a favor de los graduados de su adorada y religiosa
“alma mater”. Ante este nuevo hecho evidente, y siendo un graduado de la
Universidad Central del Ecuador, entidad pública, debo protestar: ¡y qué pasó
con los graduados y profesionales de las universidades públicas! Cuestiono:
¿dónde están los ministros, graduados en la Universidad Central del Ecuador?;
¿será tal vez y solo tal vez, que para ser ministro en el Gobierno de la
Involución Ciudadana y del conservadurismo arco iris, hay que ser graduado de
universidad católica privada?
Debo
señalar, pues, como dicen los curuchupas, “nobleza obliga”, que me resulta desagradable
constatar la manera descarada, servil e irrestricta en que algunos
estudiantes, graduados y profesionales
de la Universidad Central del Ecuador apoyan al católico lasallano Rafael
Correa. Aclaro que personalmente, me importa un comino la religión que profese
Correa o cualquier otra persona; lo que repudio es la hipocresía de aquellos
que adulan a los liberales, que antaño, combatieron el absolutismo conservador,
pero, satanizan al Liberalismo y destrozan las garantías individuales de los
ecuatorianos; por esto y por mucho más, debo decir que no entiendo, cómo puede
haber personas que habiendo cursado en universidades no religiosas, apoyen
incondicionalmente al boyscout lasallano. Por ahí dicen que Correa le libró a
la universidad pública de la perniciosa presencia del Movimiento Popular
Democrático. Pero aclaremos algo, el MPD no se ha ido de la universidad pública
ecuatoriana; el MPD ha sido desplazado de los puestos de poder por los nuevos tiranuelos
de aquellas universidades, entre otros, la mafia del partido socialista
ecuatoriano, y naturalmente los correanos del socialismo bolivariano; es decir,
todo cambió, pero, para que nada cambie.
Quizá estoy exigiendo
demasiado, al pedir consecuencia, sensatez e integridad, después de todo,
cuántos socialistas, comunistas, marxistas, leninistas, disque ateos, han
terminado casándose sumisa y dócilmente en las iglesias cristianas propiedad
del conservadurismo religioso. Además no
son pocos los auto-etiquetados comunistas o socialistas que disfrutan de los
excesos del conservadurismo mercantilista al tiempo que se desgañitan
criticando los vicios del capitalismo financiero; por lo mismo, cómo pedirles
consecuencia a quienes se revuelcan felizmente en aquellos pantanos cloacales que
furibundamente, censuran.
Las
posiciones disparatadas y contradictorias de los tradicionales patriotas que escandalosamente
se jactan de un supuesto sacrificio por el pueblo, son fácilmente comprensibles
cuando conoces los orígenes y la historia, de aquellos que criticando la
tiranía, ruinmente, tiranizan. ¡Qué mestizaje tan pintoresco!: fervientes católicos,
encubiertos regionalistas, sectarios seudo ilustrados, alfaristas curuchupas, ecologistas
de la minería corporativa, socialistas bolivarianos, irreverentes wikilikianos,
guevaristas de cafetín, etc., etc., etc.…….; sin duda, todos, verdaderos
conservadores del “new age”.
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