domingo, 16 de septiembre de 2012

Regionalismo, sectarismo universitario y Rafael Correa.



El racismo es ciertamente una manifestación de supina estupidez; y es que hay ser fanáticamente bruto, para menospreciar a las personas por su color de piel, etnia, origen, natividad, o cultura. Una forma torpe de racismo es el regionalismo, uno de los más ingratos vicios que afecta a un segmento de la sociedad ecuatoriana. Costeños que culpan, menosprecian, excluyen e injurian a serranos y viceversa, únicamente por haber nacido, unos, en las orillas del océano Pacífico, otros, en las alturas de la cordillera de los Andes. Este infortunado complejo lamentablemente ha sido una de las razones por las cuales el Ecuador no ha podido desarrollarse y crecer con la celeridad y constancia que los tiempos y la dignidad humana exigen. Siendo la clase política, uno de los sectores donde más se manifiestan los folclorismo vulgares y brutales de una sociedad, fácilmente encontramos en este ambiente al regionalismo, como una conducta común propia de aquellos demagogos y patrioteros. Así tenemos casos de partidos políticos serranos, y costeños, cada uno, fuerte en su respectiva zona natal. Pero, el prejuicio regionalista se vuelve mucho más ostensible cuando chequeamos la procedencia del presidente o dictador constitucional de turno en el poder, y comparamos dicha índole con los orígenes nativos de los miembros de su gabinete, en cuyo caso se va a encontrar la nada sorprendente certeza, de que, éstos, son compadres, comadres, padrinos y ahijados de la misma zona geográfica; es decir, cuando presidente serrano, mayoría de ministros y sátrapas serranos; y cuando presidente costeño, mayoría de ministros y asesores costeños. Un aspecto que se debe considerar es que en el ejercicio del poder público, los ministros, no son necesariamente, los hombres o mujeres que le siguen en poder al Presidente, sino, ciertos asesores que forman parte de un círculo íntimo y cerrado de poder, que realmente es el que cogobierna con el Presidente; y en ocasiones son el verdadero poder, siendo el presidente un mero burócrata que se limita a cumplir las órdenes de esa pequeña jorga maquiavélica.

Ciertamente hay indicios que demuestran que Rafael Correa es un clandestino regionalista, es decir, un regionalista que se esconde detrás de una falsa máscara de cosmopolita. Basta comprobar que la gran mayoría de sus colaboradores más cercanos son costeños, al igual que Correa. Si bien es cierto que, en el gobierno de la Involución Ciudadana hay muchos serranos, sin embargo, claramente se nota que, éstos, ocupan peldaños secundarios en la estructura de poder del gobierno y del propio partido “Alianza País”. Aquella particularidad es muy evidente en su círculo más cercano; así tenemos, a los socialistas bolivarianos los hermanos Patiño, los hermanos Alvarado y al socialcristiano Alexis Mera, coincidentemente originarios de la misma zona geográfica que Rafael Correa.

Sin embargo, jugando al papel de abogado del diablo, se podría vagabundear mentalmente señalando que no se puede nominar a Correa como un desquiciado regionalista, no porque no existan pruebas fehacientes de tal condición, sino porque, tal cuestión amerita, ora confesión expresa, ora documento debidamente protocolizado ante notario público, mas, dado que Correa nunca formalizará tal condición a través de instrumento jurídico, sino más bien, la negará con su locuacidad aberrante, no queda sino, atenernos a las evidencias. Pero, existe otro posible motivo por el cual Correa podría librarse de la mácula de “regionalista”; y este tiene que ver con la notoria indigencia moral de los miembros del partido político “Alianza País”. La presencia de aquel círculo íntimo de individuos, nativos de la misma región de donde proviene Correa, podría estar sustentada por la poca o ninguna confianza que el Príncipe de los burócratas públicos tiene en los serviles socialistas bolivarianos. Aunque, alguien razonablemente suspicaz no podría descartar ambas opciones, y haría bien en no hacerlo, pues, razones para tal juicio abundan.

Hay, además, un hecho que demostraría que ese infame prejuicio podría ser incluso de orden familiar. Si bien es cierto que cada persona es responsable de sus palabras, y no es justo imputar las estupideces de un bobo a su hermano o cualquier otro pariente; sin embargo, si analizas todo el contexto de hechos, te das cuenta que en realidad no se trata de un exabrupto, sino de una incultura adquirida o heredada, definitivamente  despreciable, y de una tendencia generalizada, dirigida a menospreciar lo que seguramente se admira. Ahí está el caso del rimbombante y pintoresco Fabricio Correa, el hermano, disque opositor, del Rafael. Durante el desarrollo de una tertulia en un medio televisivo, el disque chistoso Fabricio, el hombre de las empresas panameñas y los contratos multimillonarios con el Estado Ecuatoriano, se explaya redundantemente, explotando a raudales sus  prejuicios y complejos regionalistas. Si consideramos que Fabricio es el hermano mayor de Rafael, y por ende, una referencia en su infancia y juventud, el dislate racista de Fabricio se convierte en un indicio determinante, que explicaría, entre otras razones, el por qué la tendencia de Rafael Correa a rodearse de asesores, “no serranos, ni orientales”.

Otro aspecto muy distintivo de este Gobierno y de su líder locuaz, que fácilmente podría calificarse como sectario, es el origen universitario de la mayoría de miembros de su gabinete y su segmento de colaboradores de confianza; así tenemos que la Universidad Católica, con sus diferentes ramificaciones, es la principal fuente de la que Correa se provee al momento de reclutar el personal directivo de su gobierno. No hay que olvidar que, Correa mismo, es el resultado de la educación católica, pues en principio, pasó por las aulas católicas lasallanas, ora primaria, ora secundaria, para posteriormente continuar sus estudios en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, y finalmente, confirmando su predilección por dichas instituciones, propiedad de la Curia Católica, especializándose en quién sabe qué, en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica.

Obviamente Correa como Presidente está en su derecho de elegir los funcionarios con quienes va a desarrollar su gestión; pero, no deja de perturbar el hecho cierto de su atención y preferencia a favor de los graduados de su adorada y religiosa “alma mater”. Ante este nuevo hecho evidente, y siendo un graduado de la Universidad Central del Ecuador, entidad pública, debo protestar: ¡y qué pasó con los graduados y profesionales de las universidades públicas! Cuestiono: ¿dónde están los ministros, graduados en la Universidad Central del Ecuador?; ¿será tal vez y solo tal vez, que para ser ministro en el Gobierno de la Involución Ciudadana y del conservadurismo arco iris, hay que ser graduado de universidad católica privada? 

Debo señalar, pues, como dicen los curuchupas, “nobleza obliga”, que me resulta desagradable constatar la manera descarada, servil e irrestricta en que algunos estudiantes,  graduados y profesionales de la Universidad Central del Ecuador apoyan al católico lasallano Rafael Correa. Aclaro que personalmente, me importa un comino la religión que profese Correa o cualquier otra persona; lo que repudio es la hipocresía de aquellos que adulan a los liberales, que antaño, combatieron el absolutismo conservador, pero, satanizan al Liberalismo y destrozan las garantías individuales de los ecuatorianos; por esto y por mucho más, debo decir que no entiendo, cómo puede haber personas que habiendo cursado en universidades no religiosas, apoyen incondicionalmente al boyscout lasallano. Por ahí dicen que Correa le libró a la universidad pública de la perniciosa presencia del Movimiento Popular Democrático. Pero aclaremos algo, el MPD no se ha ido de la universidad pública ecuatoriana; el MPD ha sido desplazado de los puestos de poder por los nuevos tiranuelos de aquellas universidades, entre otros, la mafia del partido socialista ecuatoriano, y naturalmente los correanos del socialismo bolivariano; es decir, todo cambió, pero, para que nada cambie.

Quizá estoy exigiendo demasiado, al pedir consecuencia, sensatez e integridad, después de todo, cuántos socialistas, comunistas, marxistas, leninistas, disque ateos, han terminado casándose sumisa y dócilmente en las iglesias cristianas propiedad del  conservadurismo religioso. Además no son pocos los auto-etiquetados comunistas o socialistas que disfrutan de los excesos del conservadurismo mercantilista al tiempo que se desgañitan criticando los vicios del capitalismo financiero; por lo mismo, cómo pedirles consecuencia a quienes se revuelcan felizmente en aquellos pantanos cloacales que furibundamente, censuran. 

Las posiciones disparatadas y contradictorias de los tradicionales patriotas que escandalosamente se jactan de un supuesto sacrificio por el pueblo, son fácilmente comprensibles cuando conoces los orígenes y la historia, de aquellos que criticando la tiranía, ruinmente, tiranizan. ¡Qué mestizaje tan pintoresco!: fervientes católicos, encubiertos regionalistas, sectarios seudo ilustrados, alfaristas curuchupas, ecologistas de la minería corporativa, socialistas bolivarianos, irreverentes wikilikianos, guevaristas de cafetín, etc., etc., etc.…….; sin duda, todos, verdaderos conservadores del “new age”.

                

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