miércoles, 26 de septiembre de 2012

Jorge Lanata y su dedo vergonzoso.




De vez en cuando me gusta revisar los videos subidos a la red que muestran a los dueños de la verdad, a los terríficos editorialistas de la prensa corporativa y a los fanfarrones asalariados de los negocios comerciales de las mentiras polutas, las verdades a medias y el entretenimiento basura. ¿Por qué? Pues, porque de vez en vez, y a pesar de lo repugnantes que pueden llegar a ser las manifestaciones serviles y violentas de aquellos modelos sociales moralmente indigentes, de manera ocasional, éstos, personajes famosos en sus respectivos países y algunos hasta en la América no gringa, desarrollan la jocosa faceta de payasos ridículos e incluso de monitos de organillero. 

Pues sí, los encuentras desde la Patagonia, hasta los límites norteños de México. Claro también están más al norte, pero, con jergas diferentes a las típicamente castellanas y latinas. Los encuentras en todos los medios corporativos públicos o privados, no podía ser de otra manera: alguien debe hacer el trabajo sucio; alguien debe vender a los pueblos las mentiras que otros fabrican. Las llamadas “celebridades” son necesarias no solamente defender y consolidar el sistema mafioso, sino, para dirigir la opinión pública hacia los pantanales donde todas las esperanzas reales terminan siendo ahogadas por los llamados “reality shows”, las telenovelas importadas, los programas de opinión sectaria, y en general por el entretenimiento basura. Los encuentras de formas, colores y tamaños variopintos; ora socialistas, ora conservadores; unos fanfarrones y barbados, y otros, engalanados con cerquillo religioso, lampiños y amanerados, pesados, toscos y engañosos; aparentemente diferentes en la forma, pero exactamente iguales en el fondo; imponiendo violencia, prejuicio, complejo y oscurantismo a un pueblo ignorante que consume abundantemente aquel producto barato y nocivo. 
     
Así por ejemplo, el otro día me encontré con un video que mostraba al gordo Jorge Lanata, en el que generosamente extendía su brazo, ofreciendo su dedo medio a la cámara que lo filmaba. Si conoces un poco de la realidad argentina, posiblemente entiendas a quiénes estaban dedicados los polémicos aprecios del gordo, si no te lo explico, tanto al oneroso y repudiable kirchnerismo, y de paso para todos aquellos irreverentes que no lo consideran la quintaesencia del periodismo argentino. Personaje polémico, adulado por muchos, despreciado por no pocos, y pesado justicieramente por unos pocos, sobre todo desde que se vendió al millonario grupo “Clarín”, al que tiempo atrás criticaba severamente. 
    
Pero, volvamos al tema del gesto tan socialistamente usado ora por la chusma oligarca ora por el populacho común. Cabe señalar que dicho gesto es considerado por el vulgo como una expresión obscena. En mi opinión, dicha señal, más que obscena, es reverendamente estúpida, y demuestra la pobreza humana de quien la utiliza para mostrar el aprecio desalmado que tiene por el prójimo.
¿No me cree? Bueno, entonces a las pruebas me remito. Analicemos, el sentido o la razón del popular e internacional del gesto. Dado que, la seña se considera obscena fácilmente podemos deducir que la misma, está relacionada con algo de orden sexual. No me responsabilice a mí por esa interpretación, cúlpele a la campaña perversa y enfermiza que la Iglesia y la Religión han hecho, por demasiados siglos, de la sexualidad humana. Si usted llegó a entender la influencia perniciosa que la Religión tuvo, tiene y, desgraciadamente, tendrá en el tema “sexualidad”, entonces le será muy fácil entender por qué, el gordo Lanata, o cualquier otro energúmeno, recurren a esta expresión burda para bufar su furia.
    
Intentaré definir, qué mismo, significa el gesto en mención, aunque tal, caerá dentro del plano de lo probable, y digo probable, porque no puedo aseverarlo contundentemente, pues para hacerlo debería introducirme en el lupanar mental de quienes utilizan normalmente la patriótica señal, o en su defecto, preguntar directamente a quien la usa y esperar que la respuesta sea expresada, además de civilizadamente, con sinceridad, lo cual, de hecho, es una paradoja, pues, la utilización misma de la señal, cuestiona la integridad de aquel personaje rimbombante. Pero, haremos el intento. A ver, cómo mencioné, a la engañosa y violenta Religión le debemos que algo tan hermoso y placentero como la sexualidad humana sea considerado algo malo. Por lo mismo, siempre que el ignorante o el bruto expresa su animadversión por alguien recurre a lo que su escala de valores interpreta como algo malo, en el caso señalado: el sexo y todo su entorno. Es por esto que la mayoría de insultos mascullados por los ignorantones y los brutos están directamente relacionados con los genitales, ora masculinos, ora femeninos. 

Entonces, podríamos deducir, siempre dejando en claro que solo se trata de una hipótesis, que, tanto Lanata, como todo aquel que usa el gesto dedal, imagina que está blandiendo, cual erótico espadachín, su miembro viril. Pero, ¿por qué lo haría?, es decir porque le ofrecería su miembro alguien al que supuestamente odia o detesta. Lo cual me lleva a plantear que dentro de la sinrazón del gesto, puede haber un acto de amor o afecto, encubierto, cuando éste, está dirigido por un hombre a una mujer, pero, ¿cuándo un hombre lo dirige a otro hombre?: que bochornoso el asunto, ¿cierto? Sin duda, tan bochornoso y ridículo, como cuando el gesto es usado por una mujer; es decir, todos sabemos que las mujeres no tienen miembro, claro que a las feministas les gustaría, pero ese es otro tema, como decía, las mujeres, a diferencia del órgano fálico que tenemos los hombres, disponen de, digamos que, dos bellísimos y exuberantes labios; por lo mismo, cuando una mujer usa el dedo medio para expresar su irritación, demuestra que es una mujer tonta que no sabe lo que tiene, o no necesariamente es una mujer.  
   
Pero, volvamos al caso del “ícono del periodismo no-kirchnerista”. Posiblemente, el gordo Lanata, pretende decirles a sus detractores y a los enemigos de quienes le firman los abultados cheques que luego de ser cobrados lo ponen de tan buen humor, que se metan el dedo, o su interpretación sexual degenerada, en alguno de los naturales orificios humanos. No sé por qué, pero dudo que se refiera a los hoyos de las orejas, o de la nariz. ¿Pues, entonces en cuál?, dirá usted. Pues, considerando siempre el religioso complejo sexual, depende. Efectivamente, termina dependiendo de los gustos sexuales de quien ofrece, el interpretado por las masas: “gesto obsceno”.

Entonces, ¿deberíamos sentirnos insultados, cada vez que algún energúmeno extienda su brazo y con cara de poseído nos muestre torpemente su dedo medio? ¡Pues claro que no! Simplemente recuerde que usted tiene al frente a un imperfecto imbécil, incapaz de accionar civilizadamente; un palurdo al que capataces y tahúres programaron religiosamente desde su etapa larvaria y hasta el fin de sus días con prejuicios, complejos, y percepciones brutales y degeneradas de una realidad un tanto compleja.  Tómelo con calma, recuerde el supino zoquete al vociferar gestos ignorantones, tácitamente está gritando su mezquina condición. No se haga problema, mejor disfrute de las tarugadas ridículas de los tristemente célebres famosos, sí, de esos que jocosamente son los referentes y los modelos que este grotesco sistema impone a las manadas sociales.   
               

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