De vez en
cuando me gusta revisar los videos subidos a la red que muestran a los dueños
de la verdad, a los terríficos editorialistas de la prensa corporativa y a los
fanfarrones asalariados de los negocios comerciales de las mentiras polutas,
las verdades a medias y el entretenimiento basura. ¿Por qué? Pues, porque de
vez en vez, y a pesar de lo repugnantes que pueden llegar a ser las
manifestaciones serviles y violentas de aquellos modelos sociales moralmente
indigentes, de manera ocasional, éstos, personajes famosos en sus respectivos
países y algunos hasta en la América no gringa, desarrollan la jocosa faceta de
payasos ridículos e incluso de monitos de organillero.
Pues sí, los
encuentras desde la Patagonia, hasta los límites norteños de México. Claro
también están más al norte, pero, con jergas diferentes a las típicamente
castellanas y latinas. Los encuentras en todos los medios corporativos públicos
o privados, no podía ser de otra manera: alguien debe hacer el trabajo sucio;
alguien debe vender a los pueblos las mentiras que otros fabrican. Las llamadas
“celebridades” son necesarias no solamente defender y consolidar el sistema
mafioso, sino, para dirigir la opinión pública hacia los pantanales donde todas
las esperanzas reales terminan siendo ahogadas por los llamados “reality
shows”, las telenovelas importadas, los programas de opinión sectaria, y en
general por el entretenimiento basura. Los
encuentras de formas, colores y tamaños variopintos; ora socialistas, ora
conservadores; unos fanfarrones y barbados, y otros, engalanados con cerquillo
religioso, lampiños y amanerados, pesados, toscos y engañosos; aparentemente
diferentes en la forma, pero exactamente iguales en el fondo; imponiendo
violencia, prejuicio, complejo y oscurantismo a un pueblo ignorante que consume
abundantemente aquel producto barato y nocivo.
Así por
ejemplo, el otro día me encontré con un video que mostraba al gordo Jorge
Lanata, en el que generosamente extendía su brazo, ofreciendo su dedo medio a
la cámara que lo filmaba. Si conoces un poco de la realidad argentina,
posiblemente entiendas a quiénes estaban dedicados los polémicos aprecios del
gordo, si no te lo explico, tanto al oneroso y repudiable kirchnerismo, y de
paso para todos aquellos irreverentes que no lo consideran la quintaesencia del
periodismo argentino. Personaje polémico, adulado por muchos, despreciado por
no pocos, y pesado justicieramente por unos pocos, sobre todo desde que se
vendió al millonario grupo “Clarín”, al que tiempo atrás criticaba severamente.
Pero,
volvamos al tema del gesto tan socialistamente usado ora por la chusma oligarca
ora por el populacho común. Cabe señalar que dicho gesto es considerado por el
vulgo como una expresión obscena. En mi opinión, dicha señal, más que obscena,
es reverendamente estúpida, y demuestra la pobreza humana de quien la utiliza
para mostrar el aprecio desalmado que tiene por el prójimo.
¿No me cree?
Bueno, entonces a las pruebas me remito. Analicemos, el sentido o la razón del
popular e internacional del gesto. Dado que, la seña se considera obscena
fácilmente podemos deducir que la misma, está relacionada con algo de orden sexual.
No me responsabilice a mí por esa interpretación, cúlpele a la campaña perversa
y enfermiza que la Iglesia y la Religión han hecho, por demasiados siglos, de
la sexualidad humana. Si usted llegó a entender la influencia perniciosa que la
Religión tuvo, tiene y, desgraciadamente, tendrá en el tema “sexualidad”,
entonces le será muy fácil entender por qué, el gordo Lanata, o cualquier otro
energúmeno, recurren a esta expresión burda para bufar su furia.
Intentaré
definir, qué mismo, significa el gesto en mención, aunque tal, caerá dentro del
plano de lo probable, y digo probable, porque no puedo aseverarlo
contundentemente, pues para hacerlo debería introducirme en el lupanar mental
de quienes utilizan normalmente la patriótica señal, o en su defecto, preguntar
directamente a quien la usa y esperar que la respuesta sea expresada, además de
civilizadamente, con sinceridad, lo cual, de hecho, es una paradoja, pues, la
utilización misma de la señal, cuestiona la integridad de aquel personaje
rimbombante. Pero, haremos el intento. A ver, cómo mencioné, a la engañosa y
violenta Religión le debemos que algo tan hermoso y placentero como la
sexualidad humana sea considerado algo malo. Por lo mismo, siempre que el
ignorante o el bruto expresa su animadversión por alguien recurre a lo que su
escala de valores interpreta como algo malo, en el caso señalado: el sexo y
todo su entorno. Es por esto que la mayoría de insultos mascullados por los
ignorantones y los brutos están directamente relacionados con los genitales,
ora masculinos, ora femeninos.
Entonces,
podríamos deducir, siempre dejando en claro que solo se trata de una hipótesis,
que, tanto Lanata, como todo aquel que usa el gesto dedal, imagina que está
blandiendo, cual erótico espadachín, su miembro viril. Pero, ¿por qué lo
haría?, es decir porque le ofrecería su miembro alguien al que supuestamente
odia o detesta. Lo cual me lleva a plantear que dentro de la sinrazón del
gesto, puede haber un acto de amor o afecto, encubierto, cuando éste, está
dirigido por un hombre a una mujer, pero, ¿cuándo un hombre lo dirige a otro
hombre?: que bochornoso el asunto, ¿cierto? Sin duda, tan bochornoso y
ridículo, como cuando el gesto es usado por una mujer; es decir, todos sabemos
que las mujeres no tienen miembro, claro que a las feministas les gustaría,
pero ese es otro tema, como decía, las mujeres, a diferencia del órgano fálico
que tenemos los hombres, disponen de, digamos que, dos bellísimos y exuberantes
labios; por lo mismo, cuando una mujer usa el dedo medio para expresar su
irritación, demuestra que es una mujer tonta que no sabe lo que tiene, o no
necesariamente es una mujer.
Pero,
volvamos al caso del “ícono del periodismo no-kirchnerista”. Posiblemente, el
gordo Lanata, pretende decirles a sus detractores y a los enemigos de quienes
le firman los abultados cheques que luego de ser cobrados lo ponen de tan buen
humor, que se metan el dedo, o su interpretación sexual degenerada, en alguno
de los naturales orificios humanos. No sé por qué, pero dudo que se refiera a
los hoyos de las orejas, o de la nariz. ¿Pues, entonces en cuál?, dirá usted. Pues,
considerando siempre el religioso complejo sexual, depende. Efectivamente,
termina dependiendo de los gustos sexuales de quien ofrece, el interpretado por
las masas: “gesto obsceno”.
Entonces,
¿deberíamos sentirnos insultados, cada vez que algún energúmeno extienda su
brazo y con cara de poseído nos muestre torpemente su dedo medio? ¡Pues claro
que no! Simplemente recuerde que usted tiene al frente a un imperfecto imbécil,
incapaz de accionar civilizadamente; un palurdo al que capataces y tahúres
programaron religiosamente desde su etapa larvaria y hasta el fin de sus días
con prejuicios, complejos, y percepciones brutales y degeneradas de una
realidad un tanto compleja. Tómelo con
calma, recuerde el supino zoquete al vociferar gestos ignorantones, tácitamente
está gritando su mezquina condición. No se haga problema, mejor disfrute de las
tarugadas ridículas de los tristemente célebres famosos, sí, de esos que
jocosamente son los referentes y los modelos que este grotesco sistema impone a
las manadas sociales.