Había una
vez un planeta que se llamaba Nibiru. Era enorme. Admirado desde el espacio, se
mostraba de un color rojo intenso, ligeramente turbio, posiblemente debido a la
constitución gaseosa de la extremadamente densa capa atmosférica que le ofrecía
protección; gracias a ésta, Nibiru toleraba sin problemas las brutales fuerzas
cósmicas que lo azotaban todos los días. Precisamente aquella atmósfera tan
particular había creado las condiciones suficientes para que la vida se
desarrolle en aquel planeta. De hecho existían criaturas inteligentes que
habían fundado una gran civilización, imponente y poderosa, que a lo largo del
tiempo había conseguido desarrollo y prosperidad: los nibiranos. Su sistema de
gobierno era monárquica hereditaria; y si bien existían clases sociales, la
vida en Nibiru era relativamente aceptable y provechosa para la gran mayoría,
si no la totalidad de los nibiranos.
Físicamente
poderosos, longevos, erguidos, bípedos, con brazos y manos, aunque con rasgos
fisonómicos semejantes a un reptil, algunos incluso con cola, los nibiranos
gobernaban Nibiru. Pero, la dinámica del Universo tenía preparado un reto
mortal para los habitantes de Nibiru. Sorpresivamente la capa de gases y
partículas que protegían al planeta empezó a resquebrajarse. Al debilitarse la
densidad de la atmosfera, los diferentes rayos cósmicos empezaron a ingresar al
planeta casi libremente, ocasionando graves perjuicios a la salud y vida no
solo de los nibiranos sino de toda especie viva del planeta. Los científicos
analizaron el problema y encontraron que la solución radicaba en recubrir las
zonas agrietadas con grandes cantidades de partículas de oro. Así lo hacen. La
solución funciona, pero surge otro problema, Nibiru carece del oro suficiente. Entonces,
el Rey Anu, convoca a sus ministros; y entre éstos a sus hijos; el primogénito
Enki, y el segundo, Enlil; el primero, un científico aventurero, al que no le
daba miedo experimentar; y el otro, un guerrero pragmático, impávido e
insensible. Luego de discutir las opciones, deciden enviar a Enki a un planeta
azul de un sistema solar cercano, desde donde un astronauta nibirano Alalu, un
rebelde, decía haber encontrado oro en grandes cantidades. Entonces Enki y un
grupo de nibiranos viajan al planeta azul, al que llamaremos Tierra.
Finalmente
Enki llega a la Tierra y se encuentra con Alalu; quien le informa de las
particularidades del planeta. De inmediato el científico nibirano empieza a
buscar el ansiado oro. Concomitantemente fundan puestos de avanzada y fortines,
así como centros de despegue de sus naves. Enki empieza el proceso de
extracción del mineral y lo envía tan rápido como puede hacia su planeta natal.
El oro es recibido en Nibiru con gran esperanza y felicidad. Sin embargo las cantidades que empiezan a ser recibidas no son suficientes, y Anu, decide enviar a otro contingente de nibiranos encabezados por su hijo Enlil, a quien entrega el mando principal, relegando al segundo lugar a Enki. Cuando Enlil, llega a la Tierra, y comunica las órdenes a su hermano, éste, se enoja pero, acepta la decisión de su padre.
Con la llegada de más nibiranos se crean nuevos asentamientos y nuevos centros mineros. Inmediatamente se construye una base que sirva de puerto de enlace, en el cuarto planeta de aquel sistema al que llamaremos Marte. En aquel lugar se instalan un grupo de nibiranos que serán los encargados de transportar el oro desde la Tierra hasta Nibiru. Los nibiranos asentados en el planeta azul, toman el nombre “Anunnaki”, mientras los otros, los que permanecen en Marte se los denomina “Igigi”.
El oro es recibido en Nibiru con gran esperanza y felicidad. Sin embargo las cantidades que empiezan a ser recibidas no son suficientes, y Anu, decide enviar a otro contingente de nibiranos encabezados por su hijo Enlil, a quien entrega el mando principal, relegando al segundo lugar a Enki. Cuando Enlil, llega a la Tierra, y comunica las órdenes a su hermano, éste, se enoja pero, acepta la decisión de su padre.
Con la llegada de más nibiranos se crean nuevos asentamientos y nuevos centros mineros. Inmediatamente se construye una base que sirva de puerto de enlace, en el cuarto planeta de aquel sistema al que llamaremos Marte. En aquel lugar se instalan un grupo de nibiranos que serán los encargados de transportar el oro desde la Tierra hasta Nibiru. Los nibiranos asentados en el planeta azul, toman el nombre “Anunnaki”, mientras los otros, los que permanecen en Marte se los denomina “Igigi”.
El duro
trabajo genera una rebelión de los anunnaki y los igigi. Entonces a Enki se le
ocurre la idea de alterar la genética de una especie nativa de la Tierra, muy
semejante a la raza de Nibiru. Luego de experimentar una y otra vez con la
especie terrícola y de continuos fracasos, Enki, utiliza su propio código
genético y de esa manera aparece el primer ser humano sobre la faz de la
Tierra.
El hombre al
tiempo que es usado en las tareas de prospección y extracción del oro, empieza
a prosperar y a reproducirse. La raza creada es el orgullo de Enki, aunque
Enlil al conocer los detalles de la creación de la nueva raza, mira con recelo
al hombre. Muchos “anunnakis”, como “igigis” se sienten atraídos por las
hembras humanas y al procrear la raza humana se perfecciona enriquecida por los
genes nibiranos. Una catástrofe natural le permitirá a Enlil mostrar su
desafecto por el hombre. Una inundación ocasionada por el deshielo de los polos
amenaza destruir a la raza humana. Enlil, ordena abandonar la Tierra, e impone
que nadie ayude a la humanidad, y que sea el destino quien decida si deben o no
desaparecer de la faz de la Tierra. La inundación es devastadora; y solo se
salvan pequeños asentamientos humanos ubicados en lugares montañosos donde las
aguas no llegaron, además de un pequeño grupo que fue alertado y protegido por
Enki, que amaba su creación y no deseaba verla extinguida.
Los
anunnakis, a salvo en sus naves, miran desde la atmosfera la enorme desgracia, sufren por la destrucción de la raza humana y
hasta el propio Enlil lamenta lo que pensaba había sido el final de la vida en
el planeta, aunque luego, al conocer de la intervención de Enki muestra sus
desavenencias con su hermano. Transcurren los años. Nibiru se salva gracias al
trabajo de los anunnaki y los igigis. La humanidad vuelve a prosperar ayudada
por los extraterrestres, a quienes consideran dioses, y por lo mismo les
ofrecen culto. Sin embargo surgen enfrentamientos entre los herederos de Enki y
Enlil, por el control de la Tierra. Durante las batallas la humanidad está a
punto de ser destruida por las terribles armas de los combatientes annunakis e
igigis. Sin embargo, a pesar de todo el ser humano sobrevive. Anu, decide que
tanto anunnakis e igigis regresen a Nibiru y no intervengan más en los destinos
del planeta azul a quien le debían la sobrevivencia de la civilización y raza
de Nibiru. Y todos vivieron felices y contentos….., todos menos algunos humanos
que se preguntan, ¡qué diablos hacemos en este conflictivo y complejo mundo!
Nota: El relato anterior es un resumen muy suscinto de la obra literaria "El Libro Perdido de Enki" del escritor, arqueólogo y antropólogo Zecharia Sitchin.
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