sábado, 14 de julio de 2012

Había una vez un planeta llamado Nibiru .....



Había una vez un planeta que se llamaba Nibiru. Era enorme. Admirado desde el espacio, se mostraba de un color rojo intenso, ligeramente turbio, posiblemente debido a la constitución gaseosa de la extremadamente densa capa atmosférica que le ofrecía protección; gracias a ésta, Nibiru toleraba sin problemas las brutales fuerzas cósmicas que lo azotaban todos los días. Precisamente aquella atmósfera tan particular había creado las condiciones suficientes para que la vida se desarrolle en aquel planeta. De hecho existían criaturas inteligentes que habían fundado una gran civilización, imponente y poderosa, que a lo largo del tiempo había conseguido desarrollo y prosperidad: los nibiranos. Su sistema de gobierno era monárquica hereditaria; y si bien existían clases sociales, la vida en Nibiru era relativamente aceptable y provechosa para la gran mayoría, si no la totalidad de los nibiranos.

Físicamente poderosos, longevos, erguidos, bípedos, con brazos y manos, aunque con rasgos fisonómicos semejantes a un reptil, algunos incluso con cola, los nibiranos gobernaban Nibiru. Pero, la dinámica del Universo tenía preparado un reto mortal para los habitantes de Nibiru. Sorpresivamente la capa de gases y partículas que protegían al planeta empezó a resquebrajarse. Al debilitarse la densidad de la atmosfera, los diferentes rayos cósmicos empezaron a ingresar al planeta casi libremente, ocasionando graves perjuicios a la salud y vida no solo de los nibiranos sino de toda especie viva del planeta. Los científicos analizaron el problema y encontraron que la solución radicaba en recubrir las zonas agrietadas con grandes cantidades de partículas de oro. Así lo hacen. La solución funciona, pero surge otro problema, Nibiru carece del oro suficiente. Entonces, el Rey Anu, convoca a sus ministros; y entre éstos a sus hijos; el primogénito Enki, y el segundo, Enlil; el primero, un científico aventurero, al que no le daba miedo experimentar; y el otro, un guerrero pragmático, impávido e insensible. Luego de discutir las opciones, deciden enviar a Enki a un planeta azul de un sistema solar cercano, desde donde un astronauta nibirano Alalu, un rebelde, decía haber encontrado oro en grandes cantidades. Entonces Enki y un grupo de nibiranos viajan al planeta azul, al que llamaremos Tierra.

Finalmente Enki llega a la Tierra y se encuentra con Alalu; quien le informa de las particularidades del planeta. De inmediato el científico nibirano empieza a buscar el ansiado oro. Concomitantemente fundan puestos de avanzada y fortines, así como centros de despegue de sus naves. Enki empieza el proceso de extracción del mineral y lo envía tan rápido como puede hacia su planeta natal.

El oro es recibido en Nibiru con gran esperanza y felicidad. Sin embargo las cantidades que empiezan a ser recibidas no son suficientes, y Anu, decide enviar a otro contingente de nibiranos encabezados por su hijo Enlil, a quien entrega el mando principal, relegando al segundo lugar a Enki. Cuando Enlil, llega a la Tierra, y comunica  las órdenes a su hermano, éste, se enoja pero, acepta la decisión de su padre.

Con la llegada de más nibiranos se crean nuevos asentamientos y nuevos centros mineros. Inmediatamente se construye una base que sirva de puerto de enlace, en el cuarto planeta de aquel sistema al que llamaremos Marte. En aquel lugar se instalan un grupo de nibiranos que serán los encargados de transportar el oro desde la Tierra hasta Nibiru. Los nibiranos asentados en el planeta azul, toman el nombre “Anunnaki”, mientras los otros, los que permanecen en Marte se los denomina “Igigi”.

El duro trabajo genera una rebelión de los anunnaki y los igigi. Entonces a Enki se le ocurre la idea de alterar la genética de una especie nativa de la Tierra, muy semejante a la raza de Nibiru. Luego de experimentar una y otra vez con la especie terrícola y de continuos fracasos, Enki, utiliza su propio código genético y de esa manera aparece el primer ser humano sobre la faz de la Tierra.

El hombre al tiempo que es usado en las tareas de prospección y extracción del oro, empieza a prosperar y a reproducirse. La raza creada es el orgullo de Enki, aunque Enlil al conocer los detalles de la creación de la nueva raza, mira con recelo al hombre. Muchos “anunnakis”, como “igigis” se sienten atraídos por las hembras humanas y al procrear la raza humana se perfecciona enriquecida por los genes nibiranos. Una catástrofe natural le permitirá a Enlil mostrar su desafecto por el hombre. Una inundación ocasionada por el deshielo de los polos amenaza destruir a la raza humana. Enlil, ordena abandonar la Tierra, e impone que nadie ayude a la humanidad, y que sea el destino quien decida si deben o no desaparecer de la faz de la Tierra. La inundación es devastadora; y solo se salvan pequeños asentamientos humanos ubicados en lugares montañosos donde las aguas no llegaron, además de un pequeño grupo que fue alertado y protegido por Enki, que amaba su creación y no deseaba verla extinguida.

Los anunnakis, a salvo en sus naves, miran desde la atmosfera la enorme desgracia,  sufren por la destrucción de la raza humana y hasta el propio Enlil lamenta lo que pensaba había sido el final de la vida en el planeta, aunque luego, al conocer de la intervención de Enki muestra sus desavenencias con su hermano. Transcurren los años. Nibiru se salva gracias al trabajo de los anunnaki y los igigis. La humanidad vuelve a prosperar ayudada por los extraterrestres, a quienes consideran dioses, y por lo mismo les ofrecen culto. Sin embargo surgen enfrentamientos entre los herederos de Enki y Enlil, por el control de la Tierra. Durante las batallas la humanidad está a punto de ser destruida por las terribles armas de los combatientes annunakis e igigis. Sin embargo, a pesar de todo el ser humano sobrevive. Anu, decide que tanto anunnakis e igigis regresen a Nibiru y no intervengan más en los destinos del planeta azul a quien le debían la sobrevivencia de la civilización y raza de Nibiru. Y todos vivieron felices y contentos….., todos menos algunos humanos que se preguntan, ¡qué diablos hacemos en este conflictivo y complejo mundo!
    
Nota: El relato anterior es un resumen muy suscinto de la obra literaria "El Libro Perdido de Enki" del escritor, arqueólogo y antropólogo Zecharia Sitchin.
    

    

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